Cuenta Jesús Cacho
en Vozpópuli: “Aquí, han transcurrido
siete meses y once días desde el 20D y don
Mariano pide más tiempo al Rey
para… ¿para qué? Es evidente que un gesto personal, un rasgo de grandeza que le
llevara a echarse a un lado para posibilitar la formación de Gobierno a otro
líder popular conseguiría desbloquear la situación de forma casi
automática, entre otras cosas porque esa dimisión llevaría aparejada la de su
hermano siamés en el PSOE, pero esa es pretensión implanteable en la dictadura de partidos que sufrimos, y
mucho más tras los resultados del 26J”. Y pone como ejemplo de sensatez
política su sucedido en Reino Unido: “La diferencia con lo ocurrido en Gran
Bretaña es deslumbrante. Dimite allí el primer ministro Cameron
tras el fiasco del Brexit y 24 horas
después un nuevo líder se instala en el 10 de Downing St. y forma Gobierno, sin
que aparentemente se resienta el funcionamiento de las instituciones”.Esta
demostrado que Rajoy no es el adalid
que nos “salvará” a los españoles de nada. No sabe gobernar sin mayoría
absoluta. Rajoy, digo, no parece ser la solución sino el problema. Es causa de
la causa. No encuentra apoyos fuera de su partido y sueña con que Rivera le dé el sí y que el PSOE se
abstenga. De ser de ese modo, ya tendríamos Gobierno, pero ¿por cuánto tiempo?
Un año, dos… Y luego, qué. Rajoy no quiere estar sólo una legislatura para no
ser menos que Rodríguez Zapatero ni
volver a ejercer de registrador de la Propiedad ni convertirse en jarrón chino. Pero,
claro, si Rivera falta a su promesa de abstenerse en la segunda votación, puede
irse a corto plazo al cajón de los recuerdos, donde están, entre otros muchos
partidos UPyD, bailando un fox-trot
con el diablo, al que no quiso cambiar su alma por un puñado de votos. Y en
esta fiesta de otro baile, el de la yenka,
un pasito adelante y dos hacia atrás,
siempre perdemos los españoles. El Rey podrá hacer los “paseillos” que estime
conveniente recibiendo a estos personajillos de opereta. Pero los ciudadanos no
elegimos presidentes de Gobierno sino diputados y éstos son los que proclaman
presidente en el Hemiciclo. Tampoco se nombra por la Cámara presidente a aquel
aspirante que consigue más votos en las urnas sino al que reúne más apoyos
parlamentarios. Rajoy a día de hoy sólo cuenta con 137 apoyos y España, de
cualquier manera, no puede seguir chapoteando en la ciénaga de la corrupción.
VI volvemos a las urnas por tercera vez, deberán marcharse a tomar por saco
Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias. España no puede estar a
merced de unos incapacitados para el ejercicio de la política. Decía Montesquieu que la democracia debe
guardarse de dos extremos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la
aristocracia, y el espíritu de igualdad excesiva, que la conduce al despotismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario