Por un trabajo firmado por José Manuel García Bautista en El
Correo de Andalucía me entero de que Sevilla fue la cuna de la segunda
sociedad espiritista más famosa de España en 1860, dirigida por Fernando Primo de Rivera y Sobremonte,
primer marqués de Estella. Había otras no menos importantes, tales como la
fundada en Madrid y denominada Sociedad
Espiritista Española. Ya se había creado otra sociedad de parecidas
características en Cádiz, en 1855., donde un año antes se había editado la obra
“Las mesas danzantes y modo de usarlas”.
Dévora Viña Carrascoso, señala en un
ensayo que “los primeros datos recogidos en España, son acerca de un
grupo de espiritualistas, atraídos por las manifestaciones
mediúmnicas que se extendieron por América y Europa a partir de los fenómenos de Hydesville, ocurrido en
1848 en el pueblo de Hydesville, en Nueva York. Allí vivía una familia de
granjeros, la familia Fox, de
religión metodista, con sus dos hijas pequeñas, Margareth, de 14 años y Catherine
de 11. Habían alquilado la casa en diciembre del 1947 y al poco tiempo
comenzaron a oír ruidos. Otros inquilinos anteriores también los habían oído.
Era como si alguien llamara a la puerta golpeándola, pero no había nadie. Los
ruidos inexplicables aumentaron. La noche del 31 de marzo de 1848, empezaron a
oírse mucho más fuerte. Esos ruidos extraños se convierten en ruidos generados
por una inteligencia, porque responden exactamente a las preguntas. Los vecinos
crearon un Comité de investigación, con el señor Duesler como presidente. Cuatro meses después, Isaac Post creó un sistema de comunicación a través de un alfabeto.
A cada letra le correspondían un número de golpes. Se realizaron excavaciones
en la casa para intentar encontrar algún cadáver. Las primeras veces tuvieron
que pararse porque se encontraba agua. A una profundidad de cinco pies
encontraron una tabla, y descubrieron alquitrán, cal y finalmente, algunos
huesos humanos, según el testimonio pericial de los médicos. Cincuenta y cinco
años más tarde unos niños hicieron un nuevo descubrimiento, que no dejaba la
menor duda de que realmente alguien había sido enterrado en la casa de los Fox.
Al parecer el cuerpo había sido enterrado en cal viva en el centro del sótano y
luego trasladado debajo de un muro de la casa. La noticia se publicó en el Boston Journal el 23 de noviembre de
1904. En España, en 1874, un grupo de diputados habían propuesto a las
Cortes que la Doctrina Espírita
fuese incluida en el sistema educacional. El golpe de Estado del general Pavía no permitió que el proyecto se
discutiese. En Sevilla nació el 10 de
noviembre de 1835 una de las mujeres más influyentes en el mundillo del
espiritismo. Se trata de Amalia Domingo
Soler. “Animada por su amigo Luís
Llach, -escribe Devora Viña- retó a duelo dialéctico a un ilustre
jerarca de la Iglesia
Católica, el canónigo don Vicente Manterola. A finales de 1877 decidió contestar un
artículo que había salido en el "Diario
de Barcelona" titulado "El
Mundo de los Espíritus" y que decía que el Espiritismo era una
monstruosidad. Amalia contestó publicando en la "Gaceta de Cataluña" su primer trabajo y así siguió
respondiendo a una serie de artículos que se escribían en contra del
Espiritismo... Se encontraba Amalia en esa polémica cuando el editor
espírita Juan Torrents y su
amigo Luis Llach la invitaron para que empezase a escribir un periódico
espiritista, escrito por mujeres y dedicado a ellas. Publicándose el 22
de mayo de 1879 el primer número donde escribió un artículo titulado “La idea de Dios”, siendo denunciado y
condenado a 42 semanas de suspensión. El 12 de junio salió otro periódico “El Eco de la verdad” del cual se
publicaron 26 números y reapareciendo “La Luz del porvenir" el
1 de Diciembre del mismo año, siendo editado por ella los 20 años siguientes
en que ella vivió”. El espiritismo precursor en Sevilla se encontraba en
la calle Sierpes, en el edificio que hoy ocupa
en Círculo de Labradores o el Café Nacional, calle Francos casi
lindando con calle Placentines, hoy avenida
de la Constitución
y en un pasado calle Génova, o en la mítica calle Arguijo. Y en aquel local se
reunían, además de Fernando Primo de Rivera, Baldomero Villegas, Manuel
González Soria, José de Velilla,
Vicente Santolino, Amalia Domíngo, Enrique Manera, José Gómez
y Francisco Martí, entre otros
muchos.
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