Hace ya bastantes años, al entrar en un bar, tras la barra y
el camarero existía un papel en la pared donde ponía: “Para fiarle a usted ha de tener 79 años y venir con su padre”.
Pues bien, no entiendo la razón por la que determinados políticos y algunos
articulistas de opinión se “asustan” con la sóla idea de lo que está
aconteciendo en Cataluña. Anson, en El Mundo, al hacer referencia a lo
acontecido en el Parlamento de Cataluña llega a decir que “se ha producido en
España una de las situaciones más graves desde el año 1492”. Un poco más abajo, en
su artículo “Unidad frente al
secesionismo”, nos deja a todos un poco más tranquilos al recordarnos el
artículo 168 de la
Constitución: “Se necesitan –señala Anson- dos tercios del
Congreso y dos tercios del Senado, nuevas elecciones y otra vez dos tercios de
ambas cámaras. Y a continuación referéndum nacional para que decidan todos los
ciudadanos españoles, libres e iguales ante la ley”, para que a nuestro
territorio patrio se le quite un pedazo. O sea, conseguir la independencia de
una región es más difícil que tirar una moneda al aire y que caiga de canto.
Entonces, ¿por qué tanta preocupación? La Constitución hace
casi imposible cualquier conato secesionista, dadas las circunstancias. Es como
lo del papel en la pared de aquel bar. Hubiese sido más sencillo poner “En este bar no se fía”. El resto es
retórica y hablar por no callar. En la época a la que hace referencia Anson
(1492) existían en España dos reinos: por un lado Castilla, que agrupaba los
reinos de Castilla y León con todas las regiones integradas en esos reinos y,
por otro, Aragón, que agrupaba los territorios catalanes, Baleares y Valencia.
Cosa distinta es que con los Reyes
Católicos se iniciara la Edad Moderna.
Anson, por tanto, no debe temer en modo alguno “el reír de Oriol Junqueras ni el rosmar de Ada Colau”. Rosmar, a nivel financiero, es una herramienta que
ayuda a realizar y alcanzar los sueños. A nivel de trabajo, rosmar está
relacionado con los contactos y movimientos para conseguir el fin deseado por
los ciudadanos. ¿Es mala tal pretensión de Colau? Solo le ha faltado decir que
nuestra democracia se la debemos a don
Juan III, el aspirante al Trono de España que fue expulsado de este país
cuando pretendió con nombre falso ponerse al lado de los rebeldes durante la Guerra Civil, asunto sobre el
que ya he escrito en numerosas ocasiones. Aquí, que yo sepa, ni es necesaria la
aplicación del artículo 155 de la Constitución para suspender la Autonomía de Cataluña ni
enviar tropas para poner orden, como algunos nostálgicos trasnochados
desearían.
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