martes, 23 de agosto de 2016

Luto por dos flamencas góticas




Días pasados fallecieron dos estrellas del flamenco: en Jaén, Rosario López Carrascosa, de 73 años, también conocida como Chari López, y en Sevilla, Juana Silva Esteban, de 64 años, más conocida como Juana la del Revuelo, gitana de Chapina y última cantaora de delantal. A Rosario López la descubrió Rafael Romero 'El Gallina', mientras actuaba en el desaparecido Cine Lis Palace, junto a Gitano de Andújar y a Enrique Morente. A partir de este momento entabla relación con el mundillo del flamenco jiennense y se integra en la Peña Flamenca de Jaén, hasta que por enfermedad se traslada a Barcelona a principios de los años setenta, donde le trasplantan un riñón, donado por su hermana Juana, que salva su vida. Contaba Morente de Rafael Romero, El Gallina, que cuando quería zanjar una conversación y no encontraba otros argumentos para decir la última palabra, soltaba una frase definitiva: “¡Te lo digo yo, que he recorrido los seis continentes!”. Pues bien, a lo que iba: Rosario López fue cantaora en diversos festivales, junto a Pepe Cruz, Rafael Romero ‘El Gallina’ y el guitarrista Perico el del Lunar (hijo). A Juana se debe la grabación del disco “Pasión, muerte y entierro de García Lorca”. Era hija del músico Enrique López, que trabajaba en el desaparecido Teatro Cervantes, de Jaén. Juana Silva había recibido su nombre artístico, el de Juana la del Revuelo, de su marido, Martín Jiménez Revuelo, gitano de ascendencia asturiana con quien formó pareja artística. Juana Silva había nacido en Triana, en la calle San Juan, donde habían cantado los legendarios El Pancho y Los Caganchos; y fue en esa calle donde se celebró una sonada boda en 1930, la de Juan Jiménez, más conocido en el mundo del flamenco como Cepero de Triana, amadrinado por La Niña de los Peines. Juana la del Revuelo dejó grabados seis discos: "Sevilla es de Chocolate", "Sonakay", "Cachito de Pan", "A compás", "De dulce" y "Cuna del cante flamenco". Francisco de la Brecha ha escrito sobre ella: “La planta y el replante, el arza y toma, el scherzo del compás truncado en un guiño que su cuerpo lejos de abrumar resume en levedad de columna griega, su voz flamenca deslindando el arabesco de una glosilla, rezumbante de gitanería, urgen sobre su ancha frente el bálsamo de la pureza cantaora”. Ahí queda eso.

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