viernes, 25 de agosto de 2017

No he de callar, por más que con el dedo...





Gonzalo Bareño en La Voz de Galicia (07/02/17) contaba lo siguiente: “En agosto del año 1954, el escritor catalán Josep Pla visitó la ciudad de Nueva York. Recién llegado a la gran urbe, sus anfitriones quisieron mostrarle el esplendor de la megalópolis con un paseo nocturno por las enormes avenidas. Pla quedó fascinado por la iluminación resplandeciente de los rascacielos y el fulgor parpadeante de las luces de neón. Pero, tras unos segundos de recogimiento ante el espectáculo, retomó su trabajada pose de ingenuo payés para desarmar a sus orgullosos amigos con una sola pregunta: «Y todo esto, ¿quién lo paga?». Ello viene a cuento  con los tres aviones que el Gobierno fletará para trasladar a los diversos políticos a la manifestación de mañana en Barcelona. Moncloa ha fletado un Airbus de la Fuerza Aérea Española en el que viajará Soraya Sáenz de Santamaría, acompañada por el Gobierno casi al completo y los políticos que acudan al acto, entre ellos José Luis Rodríguez ZapateroMª Teresa Fernández de la VegaAna PastorPío García-Escudero, Cristina Cifuentes; y los presidentes de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, de Canarias, Fernando Clavijo; de Murcia, Fernando López Miras; y de Ceuta, Juan Jesús Vivas. También, Rafael Hernando, Fernando Martínez-Maillo y el actual comisario europeo de Acción por el Clima Miguel Arias Cañete. El rey viajará en otro avión y Mariano Rajoy utilizará  el Falcon de Presidencia por motivos de seguridad. Todos ellos irán directamente a la Delegación de Gobierno, donde estarán para recibirles  Iñigo de la Serna y Dolors Montserrat. Parece que estará ausente Cristóbal Montoro y existen dudas sobre la asistencia a acto de Álvaro Nadal. De igual manera, se espera la asistencia de  Miguel Ángel Revilla, Alberto Núñez Feijóo, Emiliano García-Page, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, los líderes de UGT y Comisiones Obreras, José María Álvarez y Unai Sordo, respectivamente, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias, que acudirá por sus medios, cosa que se agradece. Serán conducidos en autobuses desde la Delegación del Gobierno hasta el núcleo de la manifestación, para recorrer todos juntos en unión el Paseo de Gracia hasta la Plaza de Cataluña. Todos querrán salir en la foto y quedar bonitos para la posteridad. ¿Quién paga todo esto? ¿Se cantará Els Segadors al finalizar el acto? ¿Dónde colocarán a Felipe VI? Y después de la manifestación, qué. Dice José Luis González Quirón en Vozpópuli que “toda esta urdimbre, específicamente bélica [provocada por Dáesh, acrónimo en árabe del Estado Islámico] es lo que queremos negar cuando nos refugiamos en interpretaciones lenitivas, en absurdas proclamas de valor cívico, en toda una serie de actitudes escapistas que, allá en el fondo, se apoyan en un egoísmo feroz, en la gozosa certeza de que el impacto del terror nos ha afectado de manera sumamente relativa, lejana, como si se tratase de un cuento de miedo, de una pesadilla funesta de la que podemos desembarazarnos con toda facilidad al despertar de nuevo a la normalidad”. Insisto: y todo esto ¿quién lo paga? Comprendo que el imparable “tic tac” que avisa de que el 1 de octubre está a la vuelta de la esquina les pone nerviosos y que Rajoy no sabe cómo resolver la papeleta (salvo si aplica el artículo 155 de la Constitución, a todas luces contraproducente). Supone don Tancredo, y supone mal, que exhibiendo en Barcelona mañana todo su poderío en una “gran parada civil” hará recapacitar a Puigdemont en sus deseos secesionistas. Lo malo es que ese poderío popular con desfile de tanques de cartón-piedra no asusta ya ni a al tonto del paseo, del Paseo de Gracia, quiero decir. Y los catalanes lo saben y se esconden para reírse. En España, por desgracia, donde las apariencias alcanzan jerarquía de realidad, son mayores los fastos que la eficacia. Y así nos luce el pelo.

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