Gonzalo Bareño en
La Voz de
Galicia (07/02/17) contaba lo siguiente: “En agosto del año 1954, el
escritor catalán Josep Pla visitó la
ciudad de Nueva York. Recién llegado a la gran urbe, sus anfitriones quisieron
mostrarle el esplendor de la megalópolis con un paseo nocturno por las enormes
avenidas. Pla quedó fascinado por la iluminación resplandeciente de los
rascacielos y el fulgor parpadeante de las luces de neón. Pero, tras unos
segundos de recogimiento ante el espectáculo, retomó su trabajada pose de
ingenuo payés para desarmar a sus orgullosos amigos con una sola pregunta: «Y
todo esto, ¿quién lo paga?». Ello viene a cuento con los tres aviones que el Gobierno fletará
para trasladar a los diversos políticos a la manifestación de mañana en
Barcelona. Moncloa ha fletado un Airbus
de la Fuerza Aérea
Española en el que viajará Soraya Sáenz de Santamaría,
acompañada por el Gobierno casi al completo y los políticos que acudan al acto,
entre ellos José Luis Rodríguez Zapatero; Mª Teresa Fernández de la Vega; Ana Pastor, Pío García-Escudero, Cristina Cifuentes; y los
presidentes de Castilla y León, Juan
Vicente Herrera, de Canarias, Fernando
Clavijo; de Murcia, Fernando López
Miras; y de Ceuta, Juan Jesús Vivas.
También, Rafael Hernando, Fernando Martínez-Maillo y el actual
comisario europeo de Acción por el Clima Miguel
Arias Cañete. El rey viajará en otro avión y Mariano Rajoy utilizará el Falcon de Presidencia por motivos de
seguridad. Todos ellos irán directamente a la Delegación de Gobierno,
donde estarán para recibirles Iñigo de la Serna y Dolors Montserrat. Parece que estará
ausente Cristóbal Montoro y existen
dudas sobre la asistencia a acto de Álvaro
Nadal. De igual manera, se espera la asistencia de Miguel
Ángel Revilla, Alberto Núñez Feijóo,
Emiliano García-Page, el presidente
de la CEOE, Juan Rosell, los líderes de UGT y
Comisiones Obreras, José María Álvarez
y Unai Sordo, respectivamente, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo
Iglesias, que acudirá por sus medios, cosa que se agradece. Serán
conducidos en autobuses desde la
Delegación del Gobierno hasta el núcleo de la manifestación,
para recorrer todos juntos en unión el Paseo de Gracia hasta la Plaza de Cataluña. Todos
querrán salir en la foto y quedar bonitos para la posteridad. ¿Quién paga todo
esto? ¿Se cantará Els Segadors al finalizar el acto? ¿Dónde colocarán a Felipe VI? Y después de la
manifestación, qué. Dice José Luis
González Quirón en Vozpópuli que “toda esta urdimbre,
específicamente bélica [provocada por Dáesh, acrónimo en árabe del Estado
Islámico] es lo que queremos negar cuando nos refugiamos en interpretaciones
lenitivas, en absurdas proclamas de valor cívico, en toda una serie de
actitudes escapistas que, allá en el fondo, se apoyan en un egoísmo feroz, en
la gozosa certeza de que el impacto del terror nos ha afectado de manera
sumamente relativa, lejana, como si se tratase de un cuento de miedo, de una
pesadilla funesta de la que podemos desembarazarnos con toda facilidad al
despertar de nuevo a la normalidad”. Insisto: y todo esto ¿quién lo paga?
Comprendo que el imparable “tic tac”
que avisa de que el 1 de octubre está a la vuelta de la esquina les pone
nerviosos y que Rajoy no sabe cómo resolver la papeleta (salvo si aplica el
artículo 155 de la
Constitución, a todas luces contraproducente). Supone don Tancredo, y supone mal, que
exhibiendo en Barcelona mañana todo su poderío en una “gran parada civil” hará
recapacitar a Puigdemont en sus
deseos secesionistas. Lo malo es que ese poderío popular con desfile de tanques
de cartón-piedra no asusta ya ni a al tonto del paseo, del Paseo de Gracia,
quiero decir. Y los catalanes lo saben y se esconden para reírse. En España,
por desgracia, donde las apariencias alcanzan jerarquía de realidad, son
mayores los fastos que la eficacia. Y así nos luce el pelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario