Ruperto de Nola
es el autor de Llivre del Coch,
recetario de cocina catalana impreso en el siglo XVI en Barcelona. Y en ese
libro hace referencia a dos recetas a la
morisca y a la alburnía. Los dos
platos a la morisca son de verduras: “berenjenas a la morisca” y “calabazas a la morisca”. Tanto las
berenjenas como las calabazas se cocían con leche, queso, yemas de huevo,
azúcar y especias. La alburnía era un
pastel de higos amielados y rosas rojas. Se sobreponían en capas. La alburnía (el diccionario de la RAE la denomina albornía) era, en realidad, un
recipiente grande de barro vidriado en forma de taza en el que se dejaba
reposar el pastel de higos durante 20 días. Con la albornía ha sucedido como con la paella, que es el recipiente en forma de sartén con dos asas donde
se hace el “arroz a la valenciana”. En el caso de las “berenjenas a la morisca”, Ruperto de
Nola “pide que las berenjenas sean bien
sofritas con tocino, pero inmediatamente corrige y aclara, o con aceite que sea
dulce, que los moros no comen tocino...” A la alburnía, en Andalucía se la denomina alboronía, vocablos ambos procedentes del árabe barniyyah. La alburnía (sin tomate añadido, puesto que todavía no había llegado
de América) fue el antecedente del pisto
manchego, la chanfaina,
el tumbet mallorquín, la escalibada
catalana, la ratatouille provenzal, la kapunata de Malta y la moussaka
griega. La actual “alboronía”
(nada que ver con la alburnía a la
que hacía referencia Ruperto de Nola) es un pisto andaluz a base de berenjenas,
tomate, calabaza y pimientos, todo ello picado y revuelto. O sea, a mitad de
camino entre las “berenjenas a la
morisca” y las “calabazas a la
morisca”. El Llivre del Coch fue
el volumen más antiguo que apareció en lengua catalana en 1520 pero no es el
más antiguo de la literatura culinaria española. Parece que lo fue el Llivre de cuina de Sent Soví. Ruperto
de Nola, en su primera edición, contaba que fue cocinero de Fernando de Nápoles, bastardo de Alfonso el Magnánimo. La observancia en
su libro de preceptos cuaresmales, abolidos en 1491, indica que fue escrito
antes del Descubrimiento de América ocurrido un año más tarde. Por expreso
deseo de Carlos I, el Llivre de Coch fue publicado en
castellano en 1529. Cuatro años antes, Francisco
Pizarro ya había hecho su primer viaje exploratorio a Perú. La cultura
culinaria y el manejo de las especies se extendieron a ambos lados del
Atlántico para gozo de los paladares más exigentes. Algunos productos recién
llegados, sobre todo la patata y las tortas de borona de maiz, salvaron pasado
el tiempo la hambruna de media Europa.
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