lunes, 7 de agosto de 2017

Vergüenza tras vergüenza





Por Francisco Otero Lijo me entero de la historia del Pazo de Meirás, cuya primera piedra se colocó en 1893 sobre las ruinas de una vieja fortificación perteneciente a los Patiño de Bergondo desde el siglo XVI y destruida en 1809 durante la Guerra de la Independencia. Cuenta Otero que por casamiento pasó a los Pardo de Cela, al contraer matrimonio Ángela Patiño Monrejano y Girón, Señora de Belote y Casa de Meirás con  Pedro Pardo de Cela Lama y Andrade, Señor de Ciobre y Resancos. Su hijo Pedro Pardo de Cela Lama Andrade y Patiño casó con Ángela Antonia Pardo de Cela y Ponte  y el hijo de ambos, Juan José Pardo de Cela (1748-1797) casó con Luisa Bazán de Mendoza y Castro (1759-1820) y tuvieron un hijo: Miguel Pardo-Bazán de Mendoza y Castro, nacido en Cambados, el 5 de julio de 1785 y muerto en 1839. Miguel se casó  en La Coruña el 13 de septiembre de 1813 con Joaquina Mosquera y Ribera, que fue asesinada por su segundo marido en 1848 con una navaja barbera, matándose él posteriormente. Tuvieron un hijo: José María Silverio Pardo-Bazán y Mosquera, nacido en La Coruña el 20 de julio de 1827 y muerto en esa ciudad el 23 de marzo de 1890. Abogado de profesión, llegó a ser diputado al Congreso por La Coruña y Carballino y redactor-jefe del periódico madrileño La Discusión.  Pio IX le otorgó el 13 de junio de 1871 el título de conde pontifico de Pardo-Bazán. Ese título pontificio fue autorizado para uso en España por Amadeo de Saboya. Se casó el 30 de septiembre de 1850 con Amalia María de la Rúa-Figueroa y Somoza, nacida en Santiago de Compostela el 6 de diciembre de 1830 y muerta en Madrid el 8 de febrero de 1915. Fueron los padres de la escritora Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa, casada en el Pazo de Meirás el 10 de julio de 1868 con José Antonio de Quiroga y Pérez de Deza. Al poco tiempo se separaron. Tuvieron 3 hijos: Jaime, primogénito y único varón, María de las Nieves y  María del Carmen. Jaime, que entonces tenía 60 años, fue asesinado en Madrid (en las matanzas de la checa de la calle Goya) junto a su hijo de 19 años, en agosto de 1936 con sólo unas horas de diferencia. La hermana María de las Nieves se casó con el general Cavalcanti. No tuvieron descendencia. La otra hermana, María del Carmen, murió soltera en 1935. En consecuencia, toda la herencia de Emilia Pardo-Bazán pasó a la única hija viva, María de las Nieves, más conocida como Blanca, que la compartió con  su cuñada viva, Manuela Esteban-Collantes y Sandoval. Ambas decidieron en 1937 donar el Pazo de Meirás a la Compañía de Jesús, a condición de que fuese destinado a noviciado. Los jesuitas rechazaron la donación al no aceptar condiciones. Pura soberbia. Fue entonces cuando las autoridades coruñesas lo compraron mediante una forzosa “suscripción popular” para regalárselo a Franco. Se pagó por el Pazo una cifra estimada entre las 450.000 y las 750.000 pesetas. Manuela falleció en 1959 sin descendencia. Y María de las Nieves fue donando todos sus bienes en 1956, incluso su casa familiar de La Coruña, hoy convertida en sede de la Real Academia Gallega. El título nobiliario fue rehabilitado en 1976 a favor de un pariente lejano, José Carlos Colmeiro Laforet. El Pazo de Meirás, en el municipio coruñés de Sada, propiedad de Carmen Franco Polo, está en la actualidad gestionado por la Fundación Francisco Franco y fue declarado Bien de Interés Cultural en 2008. La familia de Franco,  debería devolverlo al Patrimonio de Galicia. Para más inri, la hija de Franco heredó de su madre el título de Señora de Meirás, concedido por el rey Juan Carlos I, además del título de duquesa de Franco, heredado de su padre. Aferrarse, como se aferran los Franco a esa propiedad donada en tiempos de guerra, es una vergüenza para todos los españoles. Pero hay precedentes: el Palacio de La Magdalena, en Santander, cedido en su día a Alfonso XIII para sus veraneos, fue vendido a esa ciudad por Juan de Borbón en 1977 por 150 millones de pesetas durante el primer mandato del alcalde Juan Hormaechea. Aquí nadie da puntada sin hilo. Vergüenza tras vergüenza. ¿Sucederá algún día algo parecido con el Palacio de Marivent? Vivir para ver.

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