Aunque sea por una vez, estoy de acuerdo con el grupo del PP
en el Ayuntamiento de Zaragoza por criticar el inicio el próximo lunes la “operación
asfalto”. El alcalde Santisteve tuvo
las noches de los meses de julio y agosto, como se llevaba haciendo hasta
ahora, para acometer el arreglo de
calzadas. Pero no, esperó a que se le secase la gomina sobre el tupé y a que llegase septiembre, con autocares de niños
camino de los colegios y los ciudadanos camino del tajo diario en lejanos
polígonos industriales, para formar el bochinche padre. Menos mal que 300.000
euros de presupuesto municipal para esos menesteres darán para poco, o sea, para cuatro parches. El edil
del PP, Pedro Navarro ha señalado a
este respecto: “Es lamentable el estado de calles no solo en la Zaragoza tradicional,
como la avenida de Navarra, la avenida de Valencia o el paseo de Pamplona, sino
también en barrios de nuevo desarrollo como el paseo de los Olvidados, de
Valdespartera”. Hombre, digo yo que por algo se llama el paseo de los
Olvidados. Zaragoza es una ciudad muy sucia, muy ruidosa, con excesivos
semáforos y, lo que es peor, con gran cantidad de adefesios urbanos de principios de los 90, herencia
del desastroso alcalde socialista Antonio González
Triviño. Alguien dirá que no se llevó a cabo antes la "operación asfalto" por carecer de presupuesto municipal para tal menester. Puede ser, pero tal circunstancia no justifica la desidia existente en la quinta ciudad de España. Para cobrar el abultado IBI están más atentos.
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