Estoy de acuerdo con el editorial de El Español. El jefe del Estado no debe ponerse detrás de una pancarta ni debe
ser utilizado por el Gobierno, que pondrá un avión a disposición de los
políticos de turno para desplazarse a Barcelona, de la misma manera que el
Movimiento Nacional pagaba los autocares y los bocadillos de tortilla de patata
a la gente de los pueblos hasta Madrid, ida y vuelta, para que pudiesen
extender pancartas y vitorear a Franco
en la Plaza de
Oriente. Y El Español pone un ejemplo:
“En 2015 el rey Abdalá de Jordania y
su esposa Rania se manifestaron en
París junto a los principales líderes europeos en memoria de las víctimas del
terrorismo. Pero habría sido impensable que lo hicieran en Amán. Nadie
imaginaría a la reina de Inglaterra encabezando una marcha”. Y el periódico
digital es rotundo en su exposición: “Si el sábado Felipe VI se manifiesta en Barcelona creará un precedente: tendrá
que hacerlo también cada vez que se produzcan atentados similares. Y si no lo
hace, generará agravios difíciles de justificar”. (...) “Felipe VI ha sido
mal aconsejado, quizás en aras de una popularidad fácil. Pero si
acaba yendo a la manifestación de Barcelona diluirá su singularidad en la calle
y se apartará de la propia naturaleza de la institución que encarna”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario