Ahora, cuando vuelven las calores, Adolfo Suárez Illana decía ayer martes en los Cursos de Verano de la Universidad
Católica de Valencia que la Ley de Memoria Histórica le parece
“aberrante y signo de desunión” durante su conferencia “El éxito
de la Transición”.
Cuenta ABC: “Preguntado concretamente por la Ley de Memoria Histórica, Suárez Illana ha
afirmado: "La memoria histórica, ¿qué significa?, ¿Que tengo que quitarle la
calle a un general franquista y mantenérsela a un general del
ejército rojo? Sinceramente, yo por Largo
Caballero [que no fue militar, como sabe el lector] no tengo ningún respeto,
me parece un salvaje”. Allí se encontraban presentes, entre otros, Francisco Camps y el cardenal Cañizares. Adolfo Suárez Illana, hijo de Adolfo Suárez González y figura clave
de la Transición,
había tenido dos padrinos en tiempos de Franco:
Fernando Herrero Tejedor y Torcuato Fernández Miranda, y había
sido durante el franquismo procurador en Cortes por Ávila, gobernador civil de
Segovia, director general de Radiodifusión
y Televisión, vicesecretario general del Movimiento y ministro-secretario
general del Movimiento en el primer
Gobierno de Arias, desde el 11 de diciembre de 1975.
Cuando en julio de 1976 Juan Carlos I
le encargó la formación del segundo gobierno de su reinado y el consiguiente
desmontaje de las estructuras franquistas, Suárez era un perfecto desconocido
para una mayoría de los españoles. Lo que vino después puede consultarse en las
hemerotecas. Yo dispongo de dos fuentes esenciales para intentar entender ese
laberinto llamado Transición. Si se tratase del mundo del comercio, diría: “al contado” y “a plazos”. “Al contado”,
o sea, de una sóla vez, siempre recurriendo al libro “Nosotros, la
Transición” (Julia
Navarro. Ediciones Temas de Hoy.
Madrid, 1995). “A plazos”, mediante
el “buceo” en la revista semanal Cambio
16, cuyos ejemplares tengo encuadernados desde 1974 hasta la llegada al Gobierno de Felipe González, en 1982. Como pueden
observar, voy sobrado si me atengo al criterio de Carmen Díez de Rivera, que acotaba la Transición “desde 10
minutos después de la muerte del Franco [puesta en marcha de la Operación Lucero] hasta el 28 de octubre de 1982”. Dicho eso, entiendo
que Adolfo Suárez Illana sienta un nulo respeto hacia la Ley
52/2007 de 26 de Diciembre,
aprobada en las Cortes Generales durante el mandato de Rodríguez Zapatero. Pero Suárez Illana se deja algo en el tintero:
es posible que Rodríguez Zapatero no tuviese los arrestos suficientes para
pinchar la burbuja inmobiliaria; y que Fernández
Ordóñez tampoco, a la hora de acabar desde su posición de gobernador del
Banco de España con el desastre cantado
de unas cajas de ahorros arruinadas por malos gestores, entre ellos políticos y
sindicalistas, que ofrecían humo a determinados
clientes, a los que les venía justo firmar, con las vergonzosas “preferentes”, con la picaresca de las
abusivas “cláusulas suelo” en las
hipotecas, etcétera. Pero la causa de la causa, que fue causa de la causa
misma, venía de la etapa Aznar y la
liberalización del suelo. Hubo otra causa de la causa, las explosiones en los
trenes de cercanías en Madrid. ¿A alguien le suena la fatídica reunión de las
Azores de Barroso, Blair, Bush y Aznar que precipitó la invasión de Irak? Para terminar, y
puesto que líneas más arriba hacía referencia a las hemerotecas, terminaré
recomendando la lectura de “Yo sí, señor
Presidente”, artículo
de Suárez Illana publicado en El Mundo
el 27 de octubre de 2015. Toda una perorata infumable para señalar que daría su
voto a Rajoy. Bueno, ¿y qué?
No hay comentarios:
Publicar un comentario