Tanto los “telediarios” como los tertulianos televisivos,
donde curiosamente siempre está presente Marhuenda,
este verano sólo tienen dos temas monográficos: Venezuela y Cataluña. Aburren a
las ovejas. Ya ha salido Leopoldo López
de la cárcel de Ramo Verde. Y Rodríguez Zapatero
(al que le dijo Aznar en el
encuentro de los tres jarrones chinos en Vocento que tuviese cuidado si iba por
Venezuela) se atribuye el éxito de la excarcelación. Eso es lo que se llama reinar
después de morir, como Inés de Castro.
Todavía quedan cosas por ver. Ojo a la gota fría. Aquí va a resultar que el
peor presidente de la democracia se puede convertir en el Marqués de Caracas a nada que se le insista un poco a Felipe VI, que cosas más difíciles se
han visto. Lo de Cataluña es distinto. El Gobierno no sabe por dónde frenar a Puigdemont, y Rajoy, desde Hamburgo, señalaba a la prensa: “Les voy a decir lo que yo estoy dispuesto a hacer: haré exactamente lo contrario
de lo que está haciendo él, que es liquidar la Constitución y la
ley”. Rajoy equipara a la Constitución y la ley
con las liquidaciones y rebajas de El
Corte Inglés. O es más explícito, o no se le entiende. ¿Aplicará el
artículo 151 de la
Constitución? ¿Enviará al ejército?... ¿Qué piensa hacer? ¿Esperar que las cosas se arreglen solas? A los ciudadanos, más pragmáticos, nos
viene a la cabeza el 6 de octubre de 1934, la figura de Lluis Companys y el efímero Estado Catalán de la República Federal
Española que sólo duró 10 horas. A Domingo
Batet, con mando en plaza, le
impondría el Gobierno presidido por el pusilánime Lerrux posteriormente la Laureada de San Fernando, justificada “por la templanza y el dominio de la
situación”. Pero, ironías de la vida, el general laureado por la República sería fusilado
el 18 de febrero de 1937 por los rebeldes, al negarse a ponerse al frente de la
sublevación en Barcelona (por haberse fiado de Mola durante su entrevista en el monasterio de Irache el 16 de
julio de 1936, donde Mola le dio su palabra de honor de que no formaría parte
de la sublevación militar) ante la insistencia machacona del coronel Moreno de sumarse a la
sublevación sólo dos días más tarde. En resumidas cuentas, como Rajoy está
dispuesto a hacer lo contrario de lo que haga Puigdemont, ya puede ir
preparando otro barco (entonces fue el vapor “Uruguay”) para meter en sus
bodegas a media Cataluña que dice tenerlo claro. La otra media Cataluña, la que
duda, se opone o espera a ver cómo transcurren los acontecimientos, ensaya su
posible decisión del 1 de octubre deshojando margaritas. Otro 1 de octubre,
hace 81 años, tuvo lugar en una ceremonia solemne celebrada en la sede
de Capitanía General de Burgos la investidura de Franco como jefe del Estado. En fin, como en verano se toman
vacaciones y hay tiempo para todo, recomiendo la lectura de “El arte de matar”, de Jorge M. Reverte (RBA libros). Es de
fácil lectura. A ver si nos vamos enterando de lo que vale un peine.
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