martes, 11 de julio de 2017

Ojo al gorila






El derribo de una cruz en el monte Gaztelumendi, que homenajeaba a los caídos rebeldes en Larrebezúa (Vizcaya), ha producido cuatro heridos por alcance de cascotes. No digo nada lo que podría pasar si le hiciese algo parecido con la cruz de los caídos de Cuelgamuros. Seguro que los cascotes llegaría sierra abajo hasta Collado Villalba. Dios nos coja confesados. Mejor será dejar donde está ese mamotreto de hormigón armado de 200.000 toneladas de peso, 150 metros de altura, 46 metros de longitud en sus brazos y que constituyó la pesadilla del arquitecto Diego Méndez, según comentó el 21 de julio de 1957 al diario ABC en respuesta a una pregunta de de Tomás Borrás. En aquella ocasión, Méndez, que había sido el encargado en las tareas arquitectónicas en la Casa Civil del Jefe del Estado, hizo referencia a su construcción: “Presentar una cruz en lo alto de un risco que trepa a las nubes sin que pareciera enana, vulgar de estilo y proporciones era la pesadilla, repito, tanto del Caudillo como la mía”. (...) “Pasaron meses y no daba con la solución –explicaba Méndez–. Un día, de modo inesperado, mientras aguardaba que mis cinco chiquillos se vistieran para ir a misa, absorto, casi iluminado, casi instrumento pasivo, el lápiz en la mano con el que hacía arabescos en un papel, sin darme cuenta dibujé exactamente la Cruz tal y como está ahora en su materia clavada en la elevación poderosa”. (...) “Así, en julio de 1950, comenzó la cimentación y, en 1951, la construcción de la misma cruz. Todo a un ritmo acelerado en el que participaron unos 2.000 operarios, entre los que se encontraban ochenta condenados. Por lo que se supo después, muchos de ellos eran presos republicanos de la Guerra Civil que acabaron siendo enterrados bajo aquellas mismas piedras. Ellos horadaron el granito, se subieron a andamios inverosímiles, manejaron la dinamita…”. Aquella obra faraónica concluyó en 1958. La cruz está hecha con piedra caliza de Calatorao. Señalaba Raquel Ejerique  (eldiario.es, 15/04/17)  que “frente a la abadía, existe una hospedería que se anuncia en Internet para pasar la noche o una estancia de retiro. Allí solía ir a meditar el exministro de Interior Jorge Fernández Díaz. Dispone de 220 plazas distribuidas en 2 plantas, restaurante, bar-cafetería, 8 salas de reuniones, servicio de lavandería y planchado, máquinas de comida y bebida, ascensor, teléfono en algunas habitaciones, teléfono público, venta de libros y de licor monástico, capilla y garaje gratis. Cuesta unos 45 euros la noche. En la foto adjunta puede verse una de esas habitaciones de hospedaje. ¿Ha visto el lector en su vida algo más rancio y que produzca más inquietud? Yo les aseguro que personalmente no. Me da yuyu.

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