Ante la penosa situación creada, cuenta hoy El País en un editorial: “La
desconcertada y desconcertante reacción del Gobierno de Mariano Rajoy, mal asesorado en su alianza con el igualmente
desconcertado y desconcertante Pedro
Sánchez, ha acabado de redondear el entuerto. La sociedad española en su
conjunto, no solo la catalana, antes irritada, está cayendo ahora en el
abatimiento y la frustración. La larga crisis política en Cataluña, que está ya
minando seriamente la reputación de nuestra democracia y todas las
instituciones de nuestro sistema, amenaza con prolongarse aún más”. A mi
entender, si Mariano Rajoy no sabe cómo solucionar este entuerto debería
dimitir y dejar paso a unos nuevos comicios que cambiasen los culos de las
bancadas de las dos Cámaras. A los españoles, que en su conjunto formamos el
Estado, les perdieron hace mucho tiempo el respeto determinados políticos
corruptos que, pese a todo, se permiten la osadía de dar lecciones de
democracia. En España ningún político enfrascado en el merengue putrefacto
dimite por vergüenza torera, por decencia y por respeto al paisanaje. Pero lo
peor de todo, como bien señala El País,
es que “la inseguridad jurídica campa a sus anchas en el vértice de la
jerarquía normativa, aunque de facto rija el ordenamiento constitucional. El
sistema democrático cojea”. Hay que evitar males mayores. La encarcelación de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart ha sido el estopín que ha vuelto a encender los
ánimos de muchos catalanes separatistas. Joseph
Ramoneda entiende que “parece llegada la hora de la aplicación del artículo
155. Una auténtica caja de Pandora
que hasta ahora nadie había abierto. Una vez se ponga en marcha, es
imprevisible cómo se ejecuta y cómo y cuándo acaba. Sin duda puede servir para
bloquear el proceso independentista. El Estado tiene fuerza y recursos sobrados
para ello. Pero no es una salida. Cuando se restablezca la normalidad
autonómica el soberanismo seguirá allí y el desapego y el resentimiento serán
mucho mayores todavía”. La aplicación del 155, de producirse el próximo sábado, no será, a mi entender, como la
recuperación del islote Perejil. No veo a Rajoy pasado mañana diciendo aquello de “Al
alba y con tiempo duro de levante...”, como dijo Trillo el 17 de julio de 2002 en su particular y españolísimo "desembarco de Normandía".
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