Cada ciudadano puede manifestarse del modo que le dé la
gana, ¡faltaría más! Pero en este país
el velo opaco de la cuestión secesionista catalana le viene de perlas al
Gobierno para desviar la atención de los verdaderos problemas sociales, que son
cuantiosos. El aviso del FMI, señalando
que la reforma de las pensiones adoptada en 2013 permitirá contener el gasto
público a costa de una significativa reducción del poder de compra de los actuales
y futuros pensionistas, es un chivato de alarma preocupante. Puede que la Generalidad se haya
pasado por el modernista arco del triunfo barcelonés, o sea, el del Paseo de
San Juan, la Constitución
Española. Pero no cabe duda de que el Gobierno que preside el
incompetente e insensible Mariano Rajoy
se ha pasado por el arco del triunfo madrileño, o sea, por el arco franquista
de la Victoria
situado en el distrito de Moncloa-Aravaca, el Pacto de Toledo, por el que se incrementaban anualmente las
pensiones en función de la inflación. El hecho de que la Fundación Bancaria La Caixa,
(donde está en nómina Cristina de Borbón)
se traslade a Palma, que Criteria (el holding empresarial e industrial de La Caixa
que gestiona el patrimonio de la entidad presidida por Isidre Fainé) se vaya a Valencia, o que
Gas Natural (cuyos consejos de
administración aburrían a Felipe
González) traslade su sede a Madrid poco importa a efectos de fiscalidad. Las
empresas siempre terminan por ajustar cuentas con la Agencia Tributaria y, en
consecuencia, las Comunidades Autónomas sólo perciben las “migajas” de los
tributos globales. Aquí, lo grave es la falta de sensibilidad del Gobierno
hacia jubilados y pensionistas. No tengo nada en contra de aquellos ciudadanos
senectos que airean banderas por plazas y calles reafirmando su acendrado
españolismo. Uno es libre de hacer de su capa un sayo. Pero esos aspavientos
patrioteros no evitarán un galopante empobrecimiento de las clases pasivas. El
autocálculo de las pensiones hoy no sirve para mañana. En este país siempre se
cambian las reglas del juego a mitad de la partida. Y ya se sabe, el trileo de
las pensiones en España forma parte de un esquema de pirámide que funciona
mientras haya nuevos participantes. Es lo que se conoce como el "timo de la
pirámide cerrada".
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