sábado, 7 de octubre de 2017

Aspavientos patrióticos





Cada ciudadano puede manifestarse del modo que le dé la gana, ¡faltaría más!  Pero en este país el velo opaco de la cuestión  secesionista catalana le viene de perlas al Gobierno para desviar la atención de los verdaderos problemas sociales, que son cuantiosos.  El aviso del FMI, señalando que la reforma de las pensiones adoptada en 2013 permitirá contener el gasto público a costa de una significativa reducción del poder de compra de los actuales y futuros pensionistas, es un chivato de alarma preocupante. Puede que la Generalidad se haya pasado por el modernista arco del triunfo barcelonés, o sea, el del Paseo de San Juan, la Constitución Española. Pero no cabe duda de que el Gobierno que preside el incompetente e insensible Mariano Rajoy se ha pasado por el arco del triunfo madrileño, o sea, por el arco franquista de la Victoria situado en el distrito de Moncloa-Aravaca, el Pacto de Toledo, por el que se incrementaban anualmente las pensiones en función de la inflación. El hecho de que la Fundación Bancaria La Caixa, (donde está en nómina Cristina de Borbón) se traslade a Palma, que Criteria (el holding empresarial e industrial de La Caixa que gestiona el patrimonio de la entidad presidida por Isidre Fainé) se vaya a Valencia, o que Gas Natural (cuyos consejos de administración aburrían a Felipe González) traslade su sede a Madrid poco importa a efectos de fiscalidad. Las empresas siempre terminan por ajustar cuentas con la Agencia Tributaria y, en consecuencia, las Comunidades Autónomas sólo perciben las “migajas” de los tributos globales. Aquí, lo grave es la falta de sensibilidad del Gobierno hacia jubilados y pensionistas. No tengo nada en contra de aquellos ciudadanos senectos que airean banderas por plazas y calles reafirmando su acendrado españolismo. Uno es libre de hacer de su capa un sayo. Pero esos aspavientos patrioteros no evitarán un galopante empobrecimiento de las clases pasivas. El autocálculo de las pensiones hoy no sirve para mañana. En este país siempre se cambian las reglas del juego a mitad de la partida. Y ya se sabe, el trileo de las pensiones en España forma parte de un esquema de pirámide que funciona mientras haya nuevos participantes. Es lo que se conoce como el "timo de la pirámide cerrada".

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