Hoy voy a escribir de algo que en su día pasó inadvertido. El 26 de agosto
de 1956, con motivo de su centenario, eran trasladados los restos mortales de
Marcelino Menéndez Pelayo junto a los
de su padre desde el Cementerio de Ciriego, donde había sido enterrado en 1912,
hasta la Catedral
de Santander. Un acto lleno de pompa que estuvo presidido por
Franco y
Carmen Polo. Todo ello quedó perfectamente reflejado en toda la prensa nacional. Por tomar una referencia, acudo al diario
ABC del martes, 28 de agosto en su página
16. Además de Franco se encontraban presentes el nuncio apostólico
Antoniutti y los embajadores de
Venezuela, Nicaragua y El Salvador. Decía ese
diario que “el armón de Artillería se puso en marcha, precedido por las cruces
parroquiales, Banda Municipal, cruz de la Catedral, Cleros regular y secular, numerosas
autoridades eclesiásticas y Cabildo, escoltados por una compañía del Regimiento
de Infantería de Valencia. Guardaban la carrera soldados de Infantería,
mientras en el espacio evolucionaba una escuadrilla de aviones del Ejército del
Aire. Los crespones negros del féretro eran llevados, los de un lado, por los
señores
Ibáñez Martín,
Marañón,
Lequerica,
Sánchez Reyes
y
Pérez Bustamante, y los del otro,
por el general gobernador militar, señor
Ximénez
Sandoval, capitán general accidental de la Región,
don Luis Troncoso; general jefe de la Región Aérea,
don Félix Sedano, y el general jefe de
Estado Mayor de la Región,
don Tomás Iglesias. Sobre el féretro
habían sido colocados la bandera nacional y el birrete de licenciado en Filosofía
y Letras...,” etcétera. Me choca lo de “birrete de licenciado”. En la foto de
ese día (primero por la izquierda en el sentido de la marcha) puede verse a mi
abuelo materno junto al escultor
Victorio
Macho. Como bien informaba
Irma
Cuesta Cifuentes a los lectores (
El
diario Montañés, 21/11/16) “en la Catedral de Santander, reconstruida tras el
incendio que en 1941 redujo a cenizas buena parte de la ciudad, reposan los
restos de Marcelino Menéndez Pelayo. Sobre la tumba, una escultura yacente firmada por Victorio Macho en 1956 representa al escritor con hábito de
fraile, la cabeza reposando sobre dos grandes infolios, el brazo derecho
desfallecido, y el otro sobre el pecho sosteniendo un libro y una cruz”. Lo que
nunca supo Franco es que el rostro de Marcelino Menéndez Pelayo era, en
realidad, el de
Pablo Iglesias,
fundador del PSOE. Victorio Macho se aprovechó de una máscara mortuoria de ese
político porque, según dijo, “su parecido era enorme”. Y se quedó tan ancho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario