Los políticos españoles, hagan lo que hagan y roben lo que
roben, jamás dimiten de su cargo. El cargo es algo que va adosado a un sillón
de despacho oficial, coche con conductor y escolta. Fuera de ese ámbito, el político
es un ciudadano de a pie al que le puede caer la del pulpo. El sillón del
ministro, digo, es como el tacatá de los niños, que sólo se mueve por los
pasillos de la casa rozando todas las esquinas y no dejando a su paso títere
con cabeza. Ahora me entero que
Puigdemont
anda por Bruselas pidiendo “asilo político”. Ya verán ustedes cómo aquí, en
Carpetovetonia, volveremos a ver un Gobierno en el exilio, en este caso un
Gobierno de la República Catalana
en el exilio. Hasta es posible que Puigdemont se mimetice con
Álvaro de Albornoz (tío de
Severo Ochoa por parte de madre), que
fue dos veces jefe de Gobierno republicano en el exilio, y que dijo aquello de
que “no puede haber Gobierno sin territorio ni población, porque el Gobierno
actúa sobre cosas y sobre personas”. A Puigdemont le ha cesado el BOE, que hace
las funciones de motorista de
Franco.
Antes, cuando en el domicilio de un ministro aparecía un motorista vestido de
gris con una carta en la mano, todos los de aquella casa donde sonaba el timbre
daban por hecho de que no se trataba de un trabajador de
Telepizza portando una “
bacon
crispy”. Al ministro cesante lo que más le molestaba era que no le hubiesen
invitado a dimitir cinco minutos antes. Porque cese y dimisión no es lo mismo.
La dimisión es a iniciativa propia mientras que el cese es a iniciativa de
otro. El verbo “cesar” es intransitivo, es decir, que no admite complemento
directo, oficio que desempeña el pronombre personal “lo”. “Cesar” procede del
latín
“cessare”, que equivale a
“descansar”. Sin embargo, hay ejemplos en los que se usa como transitivo:
“Llegó el caso de hacer cesar la batalla porque cesó la resistencia”. Tiene,
además, dos construcciones fundamentales: “cesar de” y “cesar en”, que son
intransitivos y tienen el valor semántico de “acabar”, “terminar”. Verbigracia:
“Cesar en el empeño”. En fin, me voy de
All Hallows' Eve, o Halloween, que para el caso, de
Tauste.
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