domingo, 22 de octubre de 2017

Caer la del pulpo





Lo cuenta Jesús Cacho, aunque lo pone en boca de Enric Juliana comentándolo en La Sexta: “La responsabilidad de Puigdemont es inmensa: en sus manos está salvar a la Generalitat de Cataluña”. ¿Por qué esa alarma? Por una razón fundamental: los herederos de Jordi Pujol no pueden exponerse, en mi opinión, a que el Gobierno entre a saco en la Generalidad dispuesto a levantar las alfombras y sacar a relucir los trapos sucios de un sistema clientelar que durante décadas ha vivido del robo sistemático de recursos públicos. Esa es precisamente la gran baza de una utilización inteligente del 155: desenmascarar un sistema corrupto de la cruz a la raya del que viven no menos de 100.000 personas”. Joer, pues es verdad. Ahora vendrán las auditorías internas y a algunos catalanes les va a caer la del pulpo, expresión que se atribuye al duque de Medina Sidonia, jefe de la flota de la Armada Invencible, el día en que consultó a un marinero, Xosé Luis Pazos de Ortigueira, alias El Pulpo, sobre el estado de la mar. Éste le contestó al duque que se avecinaba una gran tormenta. El duque hizo caso omiso a su advertencia, puso rumbo al Golfo de Vizcaya dispuesto a enfrascarse en la Batalla de las Gravelinas contra los ingleses y pasó lo que pasó, que les “cayó la del pulpo”, es decir, decenas de barcos dispersos y una flota diezmada por las inclemencias del tiempo. En el tomo XIV de la Historia General de España, de Modesto Lafuente, podemos leer el comentario Felipe II al recibir la noticia de la derrota: “Yo envié mis naves a luchar contra los hombres, no contra las tempestades...”, etcétera. Aquí ha quedado claro que Mariano Rajoy no es Alejandro Lerroux, que no estamos en 1934 y que no se encuentra el vapor “Uruguay” atracado en el puerto de Barcelona a la espera de acontecimientos. Menos mal.

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