sábado, 28 de abril de 2018

Despoblación


Este país anda preocupado por la disminución progresiva de las abejas, también de los gorriones. La disminución del número de abejas parece estar relacionado con determinados plaguicidas que las perjudican. El de gorriones, por la llegada en los últimos años de otras especies invasoras que han ocupado su espacio. Pero resulta que Zamora es a día de hoy  el epicentro de la despoblación ciudadana. Los datos demográficos son elocuentes. En 2017 perdió el 1’6% y desde 1998 su población ha caído un 15% en el medio rural. Otro fenómeno digno de ser analizado es la edad de la población en España. A este paso, pronto seremos un país lleno de geriátricos. Y, claro, si decae la polinización, si desaparecen los gorriones que alegran las amanecidas con su trino despertar y los pueblos se convierten en lugares fantasmales sólo aptos para filmar películas de terror, el futuro español se presenta más negro que la sotana de un cura. Pero Rajoy, para dar ánimos a los últimos residentes de los páramos zamoranos,  ya ha tomado dos importante decisiones: la primera de ellas consistió en hacer una parada de trenes de alta velocidad en la pedanía de Otero de Sanabria, que cuenta con 26 habitantes, sin haberse tenido en consideración que en junio de 2013 Renfe suprimió los 14 servicios semanales del tren regional entre Orense y Puebla de Sanabria por el escaso uso de la línea. Entre ambas localidades continuó circulando cuatro trenes al día en cada sentido, pero todos ellos de largo recorrido y sin paradas entre las diez estaciones gallegas: Taboadela, Paderne, Ponte Ambía, Baños de Molgas, Vilar de Barrio, A Alberguería-Prado, Laza, Castelo do Val, Vilariño de Conso-A Capela y A Mezquita. Tampoco el AVE parará en ellas. La segunda de esas decisiones consistió en vestirse con la capa parda alistana, fea a más no poder, y dejarse fotografiar con ella sobre los hombros. Y como ejemplo de la proyección futura de los pequeños municipios, Rajoy prometió Internet  vía satélite por valor de 525 millones de euros destinado a los pequeños núcleos de población. Es decir, donde ya sólo queda un anciano de boina entretenido en dar de comer a las gallinas, buscar algo de leña, ver volar las mariposas y que no tiene gran interés en conocer qué es eso del Wi-fi.

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