El tenso momento entre Leticia Ortiz y Sofía de
Grecia el Domingo de Resurrección en Palma de Mallorca y el feo asunto del
máster de Cifuentes ocupan gran
parte de las noticias de la prensa de papel. Parece que en el mundo no
sucediesen cosas de mayor calado. Pero la ciudadanía, que bastante tiene ya con
lo que tiene, necesita cierto tipo de “carnaza” por razones que yo no
comprendo. Un video, que se ha hecho viral, nos presenta a una abuela
queriéndose hacer una foto con sus nietas, una nuera que lo impide poniéndose
delante de la cámara y una nieta, heredera del trono, que quita el brazo
amoroso de su abuela con un gesto, como dicen en Sevilla, propio de los “sieso
maníos”. Lo de Cifuentes es distinto. De confirmarse que hubo manipulación en
documentos públicos en la concesión de un máster, el asunto correspondería
resolver a los Tribunales de Justicia, independientemente de que esa señora
debería abandonar su cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid por una
cuestión de ética. De momento, se sabe que el acta que presentó Cifuentes como
prueba de su máster tiene dos firmas presuntamente falsificadas, la de Alicia
López de los Mozos y la de Clara
Souto, castigado en los artículos 320 y 390 del Código Penal con cárcel e
inhabilitación. Este es un país donde la novela negra está presente en todos los ambientes, pese a haber
muerto Paco Camarasa cuando más
falta hacía. Montoro ya saca las
zanahorias de paseo en un vano intento de frenar la posible estampida de votos
de los más desfavorecidos hacia Ciudadanos y el Gobierno dice estar dispuesto a
perdonar las deudas a las Comunidades Autónomas, es decir, 190.000 millones de
pelucos. Y luego dicen que no hay dinero para los pensionistas. Menos mal que
entre tanto desbarajuste universitario, tanta zanahoria para engañar a
sietemesinos y tanto desamor palaciego tenemos algo bueno: la chilena de Ronaldo en Turín.
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