El artículo de
Enric Juliana el
pasado domingo en
La Vanguardia,
“El PP, en el Barranco del Lobo” es un
trabajo de alto interés periodístico realizado a tumba abierta. El desastre del
Barranco del
Lobo fue una derrota sufrida el 27 de julio de 1909 por los
españoles en la zona montañosa del Rif, en las proximidades de Melilla. Veamos
como lo describe
Javier Sanz: “Tuvo
su origen en la compra de explotaciones mineras por parte de empresas españolas
a
El Rogui, un líder rifeño rebelde
al sultán de Marruecos,
Abd al-Aziz.
El Rogui se había erigido como líder de las tribus rifeñas independientes de
Marruecos. Cuando El Rogui vendió las explotaciones mineras muchas tribus, que
antes le apoyaron, se sintieron traicionadas y hostigaron a los trabajadores de
las explotaciones consiguiendo paralizarlas. Peor suerte corrió El Rogui. Fue
apresado por el sultán de Marruecos y encarcelado hasta su muerte. Presionado
el Gobierno español por las compañías mineras y por el gobierno francés, por
sus intereses económicos en la zona, consiguió volver a poner en marcha las
explotaciones mineras. Todo estallaría el 9 de julio. Los rebeldes rifeños
atacaron las obras del ferrocarril destinado a la exportación del mineral extraído
y mataron a varios trabajadores. Cuando la noticia llegó a Madrid el gobierno,
presidido por
Maura, decidió
movilizar a los reservistas. Esta movilización generó muchas protestas y
manifestaciones contrarias al envío de tropas, teniendo su expresión más
dramática en la
Semana Trágica
de Barcelona (26 de julio al 2 de agosto). Tras varios días de escaramuzas, el
27 de julio de 1909, una columna dirigida por el
general de brigada
Guillermo Pintos fue sorprendida y atacada en el
barranco del Lobo.
Se produjo una matanza en la que murieron más de 1.000 soldados (entre ellos el
general Pintos). El atraso militar de las tropas españolas, la sorpresa y la
complicada orografía del terreno dieron lugar a la masacre. El gobierno
español siguió enviando tropas hasta acumular más de 40.000 efectivos en la
zona. En el mes de noviembre el Ejército español consiguió controlar la zona de
Melilla y las explotaciones mineras”. Hasta aquí la historia. Ahora vamos con
el análisis periodístico de Enric Juliana. Hace referencia a los cuatro
ministros que presidieron el pasado Jueves Santo en Málaga la exaltación
cristiana de la Legión:
Cospedal,
Zoido,
Méndez de Vigo y
Catalá,
que “entonaron sin disimulo los compases de
El
Novio de la muerte, mientras una compañía de honores del
Tercio Alejandro Farnesio trasladaba al
Cristo de la Buena Muerte desde la
iglesia de Santo Domingo hasta la sede de su hermandad. Cuatro ministros,
cuatro, al frente de la Santa Tradición”. Juliana prosigue señalando que “la
ministra socialista
Carme Chacón quiso alejar a los militares de las
procesiones religiosas con la modificación del reglamento de Honores Militares
(2010), pero dos años después, con el Partido Popular de nuevo en el poder, esa
vieja praxis española conocida como la ‘vista gorda’, rehízo el noviazgo entre
la Legión y el Cristo de la Buena Muerte y devolvió a la Guardia Civil a un
buen número de ceremonias religiosas. La derecha de la derecha intenta
fortificar aquellas líneas defensivas que el PP no puede perder. El partido en el
Gobierno ha decidido levantar la bandera de la Tradición ante el segmento
social que le sigue siendo más fiel. Aquí estamos, cantando
El novio de la muerte en Málaga, y
desafiando a todos los que se llevan las manos a la cabeza. A ver si se atreve
Ciudadanos a predicar la laicidad del Estado en plena Semana Santa. Una
maniobra rifeña: ‘¡Aquí os esperamos, riveristas, atacad si tenéis valor!’. No
importa lo que diga la izquierda, con los ojos fuera de las órbitas. No importa
el calambre en las redes sociales. No importa la estupefacción de la mayoría de
los jóvenes españoles menores de treinta años, que según un reciente estudio
del
Instituto Católico de París y de
la
Universidad Católica St. Marys de
Londres, no se identifican con ninguna religión en un 55%” (…) “El tema no es
el ‘catolicismo pasivo’ de una mayoría cada vez más amplia de españoles. El
tema es Ciudadanos, que ha empezado a perforar las bases tradicionales del
Partido Popular y comienza a perfilarse como una síntesis de interés para
aquellos sectores de la sociedad que ya se sienten a salvo de la crisis
económica y quieren algo nuevo en política. Algo que huela a cambio, sin
aparentes riesgos económicos y con la bandera de España bien visible”. (…)
“Faltan meses para las elecciones y muchas cosas van a cambiar hasta entonces,
pero el partido en el Gobierno se halla en una difícil encrucijada. Si empieza
a perder a los electores más fieles, los próximos meses se pueden convertir en
un auténtico calvario, con banderas a media asta”. (…) “El partido de orden en
estos momentos necesita una imagen:
Carles Puigdemont llegando al
aeropuerto de Barajas -¿esposado?- bajo custodia de la policía española. Con
esa foto, el Partido Alfa es capaz de salir vivo del Barranco del Lobo. ¿La
tendrá?”. El artículo es mucho más largo y sesudo, pero lo dejo ahí. Sobre ese
artículo de Enric Juliana, también hacía referencia
Javier Pérez Royo ayer lunes en
eldiario.es
bajo el título
“La cabra al monte tira”,
haciendo alusión a los ministros ‘rezaores’. Señala Pérez Royo que “el
Don Guido de
Antonio Machado es el arquetipo del ‘rezaor’. Únicamente en
Andalucía se podía haber creado esa figura. El ‘rezaor’ es la síntesis de lo
que en Andalucía calificamos como una ‘mala persona’, de la que nadie se puede
fiar”. Ya lo dice el viejo refrán andaluz: “En la casa del ‘
rezaor’ no
pongas tu trigo al sol”. Por algo será.
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