Parece extraño que en la recopilación culinaria del
catalán Juan Cabrisas, antiguo
cocinero de la Fonda de los Tres Reyes,
no esté presente el “arroz a la cubana”. Ni siquiera los cubanos sabían de qué
se trataba. Fue un “apellido” que le pusieron al arroz blanco con determinados
ingredientes los indianos españoles, entre los que se encontraba mi abuelo
paterno, oriundo de Infiesto. Sin embargo, los primeros lugares de España en los que se
mentó el “arroz a la cubana” tal y como lo conocemos ahora fueron lugares con
gran presencia de aquellos indianos retornados mayormentea Canarias, Asturias y Cantabria, sus lugares
de procedencia. Así lo cuenta Ana Vega
Pérez de Arlucea en un chat
(08/11/18) dentro del blog “Degusta La
Rioja”.Escribe: “En el Santander de
1912 he encontrado la referencia más antigua a esta receta en un menú del día:
sopa, arroz a la cubana, merluza con mahonesa y ternera con guisantes ofrecía
ese año el restaurante del santanderino Hotel
Labadíepor tres pesetas y media”. (…)
“Lo que sí es famoso, habitual y queridísimo en la perla del Caribe es el arroz
blanco, una receta básica que ha servido como acompañamiento a todo tipo de
platos al menos desde hace 200 años. Varios recetarios de tradición isleña
publicados en el siglo XIX, como el 'Nuevo
manual de la cocinera cubana y catalana' (Juan Cabrisas, 1858) o el 'Nuevo
manual del cocinero cubano' (J. P.
Legran, 1870), el entonces llamado arroz a la criolla era un simple arroz
cocido regado al final con manteca de cerdo, que lo mantenía suelto y sabroso
hasta el momento de comer”. Y así lo señaló el periodista cubano José del Perojo en 1891, cuando envió
la receta a su amigo Ángel Muro para
su inclusión en el 'Almanaque de
conferencias culinarias 1892”.Le
comenta: “Ese es el arroz blanco de Cuba
que se pone luego en la mesa, blanco como la nieve, sueltos sus granos como de
granada y pronto a juntarse después con huevos, plátano frito, picadillo o
salsa de cualquier guiso”. En su chat,
Ana Vega aclara: “La independencia de los países hispanoamericanos trajo a
España una legión de exiliados que, junto con recuerdos de mejores tiempos,
volvieron a la madre patria con la maleta llena de sabores perdidos. Y así,
mientras en Cuba se perdía la tradición de comer arroz con huevos y tomate (que
acabó llamándose allí ‘comida de putas’,
por su extrema baratura y sencillez), los indianos de aquí consolaban su
añoranza repitiendo generación tras generación platos de origen americano que
necesariamente tuvieron que adaptarse a los ingredientes disponibles en una
España no tan globalizada ni diversa como la de ahora”. Por otro lado, el
viajero SamuelHazard, en su libro “Cuba con pluma y lápiz”, publicado en 1871, dejo escrito que “en las fondas y hoteles cubanos de aquel
tiempo se ofrecían para desayunar huevos pasados por agua, estrellados, fritos,
cocidos, rellenos, guisados, en tortilla y acompañados de los más diversos
productos. Eran comunes los huevos
fritos con una cucharada de tomate guisado encima, lo cual los mejoraba mucho.
En todas las comidas se servía arroz blanco y se comía únicamente con huevos o
con éstos y tomates, llamándose entonces huevos con tomate y arroz”. Si les
digo la verdad, yo voy más lejos todavía cuando como “arroz a la cubana”. Al arroz
blanco redondo, el tomate frito, el huevo y el
plátano (en este caso de Canarias) le añado cebolla cruda muy troceada y
patatas fritas. La cebolla cruda troceada, por costumbre, también se la añado
al plato, junto al filete de ternera
frito en sartén con un ajo picado. Por cierto, en el “Nuevo manual de la cocinera catalana y cubana”, Juan Cabrisas tampoco hace referencia a algo
muy común en Cataluña: la gloriosa receta de “bacalao confitado con espinacas”, placer de diosos,
sobre la que contaré algo otro día.
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