sábado, 24 de agosto de 2019

En la aldea global



Cuando un sábado te levantas temprano y pones en la pianola las “Danzas españolas” de Moszkowski a cuatro manos sientes la sensación de que el día va a discurrir como la seda.  A la vieja pianola, tampoco al que le da al pedalier y mide el ralentí, ningún oyente le lanzará huevos podridos o cáscaras de melón. Avanza el verano de forma inexorable. En Biarritz, cuyos largos veraneos puso de moda Eugenia de Montijo, se encuentra la plana mayor del Mundo,  la Cumbre del G-7, para tratar de dilucidar de qué manera unos pocos poderosos pueden hacer la puñeta al resto de la Humanidad sin que se note demasiado. Los garantes del orden internacional son como una familia mal avenida donde todo se rompe en Nochebuena, cuando aparece por la casa el cuñado gañán, en el momento en que se está a punto de servir el segundo plato,  con unos vinos infames, casi vinagrillos, en la oficina de sus tripas. Cuando termine esa función de varietés en Biarritz ya veremos en qué queda la cosa. Trump se lleva mal con China y le sube los aranceles como si se tratase de una moza lozana a la que hay que  subirle la falda con un palitroque; y, mientras, en España, la carne de “La Mechá” sigue produciendo hospitalizaciones y cagaleras por culpa de la listeria. Por fin nos enteramos de que la Junta de Andalucía  llevaba dos años sin que sus técnicos revisaran la factoría. Sanidad apunta que las mechadoras podrían ser el origen del brote. Ya saben, como en los accidentes ferroviarios: la culpa siempre es del maquinista.  Toco madera al tiempo en recuerdo a Sancho Rof y aquel bichito, del que decía el ministro “que si se cae, se mata”; y a otra ministra, Celia Villalobos, que quitaba importancia al feo asunto de las “vacas locas”. Juan Carlos de Borbón, con 81 años a sus espaldas, se somete a una nueva operación quirúrgica, ahora de corazón,  en Pozuelo. Aclaran los medios que ya estaba programada desde hacía meses. Todo muy raro. ¿Y Sánchez? Ya ven, en el País Vasco francés arreglando la aldea global. Sánchez queda muy bien reflejado en aquel cuplé de “La chica del 17” que cantaba en 1926 la sicalíptica zaragozana  Mercedes Serós y que diez años antes había debutado en Barcelona, en el Edén Concert, donde cantaba, bailaba y tocaba las castañuelas. Vamos, como el presidente del Gobierno en funciones cuando se monta en el Falcon.

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