En la séptima parte del “Anecdotario histórico contemporáneo”, Natalio Rivas Santiago hace
referencia a un sucedido que no tiene interés histórico pero sí cierta gracia. Parece
ser que el II Duque de Ahumada, al que por dos años más tarde Bravo Murillo le encargaría crear el Cuerpo de la Guardia Civil, tenía
un hijo travieso, Pedro Agustín Girón y
Aragón (1835-1910), que por entonces
tenía siete años y se pasaba el día entre cocheros, lacayos y galopines, de los
que aprendió palabras malsonantes; hasta el punto que entre la gente de la alta
sociedad madrileña se le conocía como “el chico de Ahumada”. Llegó a oídos de Isabel II el descaro de aquel muchacho
y deseó conocerlo. Señala Rivas: “La Reina deseó que le llevaran a Palacio pero
nadie se atrevía a proponérselo a su padre, que lejos de divertirle, aquellas
demasías de su hijo le tenían seriamente preocupado por no poder lograr
corregirlas”. En vista de esa dificultad, la Reina llamó al padre y le ordenó que con su hijo fuera a su presencia, señalando día y hora
de la audiencia. El niño fue vestido con las mejores galas y su padre le
amenazó con castigarle con azotes si utilizaba argot de germanías o palabras
soeces delante de la Reina. Llegó el día señalado para el encuentro. En un
camarín se encontraban Isabel II y su marido, Francisco de Asís. A la reina le produjo aquel muchacho una grata
impresión y comenzó a hacerle preguntas y a tirarle de la lengua por ver por dónde saltaba con alguna grosería. Pero el
muchacho estuvo en todo momento midiendo sus respuestas. Una vez terminada la
visita, Francisco Javier Girón Ezpeleta y su hijo se pusieron en pie
dispuestos a marcharse. Pero Francisco de Asís, que había permanecido todo el
tiempo en absoluto mutis, le preguntó con su voz atiplada: “Niño, ¿cómo te llamas?”.
En ese momento, el hijo volvió la vista hacia su padre y le dijo: “Papá, qué
voz de marica tiene este tío…”. Prosigue contando Rivas que “la Reina,
gratamente sorprendida, rompió a reír a carcajadas y le besó efusivamente”.
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