viernes, 30 de agosto de 2019

Entre geranios de áspera fragancia...


Karina Sainz Borgo, en su lúcido artículo de Vozpópuli (“¡Si hasta parecen pintados por Goya!”) hace referencia a la hospitalización de Juan Carlos de Borbón, “El Abuelo”, en el Hospital Clínico Quirón de Pozuelo de Alarcón, el pueblo madrileño con más renta per cápita de España, por donde han desfilado “las cuñadas que se detestan entre sí tanto como a su suegro; los hermanos peleados que prefieren salir al pasillo con tal de no cruzarse; los primos plasta que le hacen esquinazo a las primas pijas y la abuela estoica que intenta mediar entre todos, porque alguien tiene que poner orden”.  La Princesa de Asturias fue preguntada por la prensa sobre la salud de su abuelo. Dice Sainz Borgo: “Ya tiene catorce años, aunque la vistan como si tuviera ocho y hable con la voz ñoña de quien aún no se entera de que la continuidad dinástica recae en sus hombros. Para ver películas de Kurosawa, ya podría la niña verse más desenvuelta. Es lo que tienen las madres tiesas, terminan por pasmar a los hijos de tanto incordiarlos. Y doña Letizia, en eso, parece una experta”.  Y al referirse a su hermana Sofía, la periodista señala: “Sofía compartiría con el resto de sus primos el aire relajado de cualquier adolescente normal y no una figurante de El secreto de puente viejo. Aunque las vistan de Inditex, a esas niñas les puede la afectación. Y el problema no es que se vean cursis, el problema es que lucen distantes, abstractas, lejanas. Y considerando que una de ellas será la que reine, mal pinta el asunto”.  Se acaba agosto y el peine no aparece. También Sánchez, acompañado de su mujer, ha visitado al “Jefe del Clan”. No le quedaba otra. El protocolo es un rito solemne que obliga a las buenas composturas. Tres bypass  aorto-coronarios es cosa perfectamente seria; casi tan seria, diría yo, como un golpe de ataúd en tierra. No sé por qué me viene ahora a las mientes el recuerdo de don Antonio Machado: “Había rosas de podridos pétalos, entre geranios de áspera fragancia y roja flor…”. Aquí hay que vestirse de  gris marengo y  sombrero flexible por si las moscas…, y perdonen esa locución adverbial.

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