Las cuentas de Vega-Sicilia
(24’6 millones de beneficios en 2018 frente a los 17’3 de 2017) no son moco de
pavo. Bien es verdad que de esa cifra abultada 6’4 millones proceden de plusvalías de la
venta de un inmueble. Así y todo, sólo puedo decir una palabra: ¡Chapeau! Pero, al margen de esos
magníficos los balances, lo que más llama la atención es el Informe de gestión
que la sociedad patrimonial ha enviado al Registro Mercantil. El informe
señalado, que comienza con “queridos accionistas”, hace un repaso sobre la
marcha del negocio con un año brillante, etc, etc., para dar un repaso al
Gobierno que presidió Rajoy y al que
está por ver si presidirá Sánchez; y
que, en consecuencia, no pudieron sacarse adelante los Presupuestos Generales
del Estado. Señala ese Informe: “El sistema económico de España es un laberinto.
Crece más que nadie de los países importantes de la UE y, sin embargo,
ampliamos el déficit público, aumentamos la deuda pública y no rebajamos
sustancialmente el desempleo”. Y prosigue el Informe con algo que me ha dejado
patidifuso: “Es algo parecido al experimento científico de la ‘resonancia mórfica’ donde España está
situada —en varios aspectos— en el orden de los ‘torpes’ y, sin embargo, sus
nuevos descendientes (nuevos Gobiernos) no superan a los predecesores salvo en
torpeza. No solo falla España, ya que los comportamientos no evolutivos parecen
generalizarse en el mundo occidental, donde muchos grandes países están en modo
avestruz”. ¡Chupa del frasco! Ahora sí que voy a tomarme una copa de anís del
Mono y sentarme a leer el libro “Una
Nueva Ciencia de la Vida: la Hipótesis la Teoría de la Resonancia Mórfica”,
del doctor Rupert Sheldrake, biólogo
de Cambridge, y que publicó en 1981. Viene a decir Sheldrake, si no he
interpretado mal a su autor, “que un miembro de una especie que solo pueda
aprender una conducta o generar una nueva mutación a través de la transmisión
genética vertical sería una pérdida de tiempo. En cambio la transmisión de una
nueva habilidad de manera horizonal, a distancia y difundida entre todos los
miembros de una especie a través de la resonancia mórfica muestra una mayor
eficiencia, tiene sentido evolutivo y posibilita la aceleración de un proceso
de adaptación”. ¿Dónde ha aprendido esas cosas Pablo Álvarez? Creo que me voy a tomar otra copa de anís por ver si
disipo el espectro de mi ignorancia. ¡Jo, qué tío…!
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