jueves, 8 de agosto de 2019

La realidad española



Luis Ventoso está sembrado hoy en ABC. Al hacer referencia al “plantón” de casi una hora de Sánchez al Jefe del Estado (por segunda vez) recuerda al periodista inglés Thomas de Quincey y su humor socarrón: “Si una persona se deja tentar por el asesinato puede llegar al extremo de acabar faltando a la buena educación”. Queda claro, con ese segundo retraso con el rey, que la cortesía no es precisamente una virtud del actual presidente del Gobierno en funciones. El periodista se pregunta: ¿Es casual o denota un cierto talante? Yo me inclinaría por lo segundo. Sigue señalando Ventoso: “Tarde y mal, así llegó Sánchez a Marivent, pues no presentó al Rey avance alguno para lograr una investidura que estima obligatoria. Mal también su incongruencia. No se puede aceptar un apaño con Bildu en Navarra y al día siguiente proclamar con impostura que no quieres depender de los separatistas. (…) No se puede pasar de ofrecer a Podemos una vicepresidencia, tres ministerios y un Gobierno de coalición y ahora simular que les haces ascos”.  El reloj avanza, tic-tac, tic-tac, hacia el 23 de septiembre sin terminar de despejarse el horizonte, y Felipe VI está obligado por la Constitución a proponer un candidato. Como en el juego de la oca: del laberinto al treinta y del treinta al laberinto. ¿Qué tuerto nos habrá mirado? Lo que parece cierto es que tenemos sobre nuestras cabezas la espada de Damocles de una recesión económica global en puertas. Apostar por la “industria” turística en España -cuando sólo se trata de un servicio- como principal fuente de riqueza nos puede dar el gran susto, si tenemos en cuenta que los destinos rivales del Mediterráneo comienzan a recuperarse; y que el turismo doméstico como mercado refugio sirve de poco en un país, el nuestro, donde se han “sembrado” más hoteles de cinco estrellas que plátanos de sombra.

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