jueves, 29 de agosto de 2019

Chema López Juderías



Dice Chema López Juderías, director de Diario de Teruel, que los veranos sin pueblo son menos verano. Y recuerda sus veraneos en Monreal (supongo que se referirá a Monreal del Campo, en la comarca del Jiloca) como algo que recuerdan con nostalgia aquellos que, por diversos motivos, se han quedado sin pueblo como yo me quedé sin abuela. Hoy “tener pueblo” es un lujo que muy pocos ciudadanos pueden decirlo con orgullo. Los pueblos se vacían como el agua de un bidé y sólo un grupo de ancianos achacosos se reúnen cada día en el lugar de costumbre para recordar tiempos pasados envueltos en la dura costra de la melancolía. Cuenta López Juderías que en el Casino se hacía la mejor ensaladilla rusa del mundo, que el Carlos era el más bonito bar de todo el planeta, que en el Farañás (otro bar) había que esperar a alguien que llegaba en el coche de línea, que la Maximina hacía unas tortillas de patata que eran las mejores del universo; y que, cuando ya fue un poco mayor, terminaba el día tomando algo en Los Morritos, “un bar que tenía dos enormes labios de mujer como ventanas”. Yo no sé si Chema López Juderías siente ahora un profundo esplín de su añorado pueblo, anclado en su mesa de despacho de la turolense avenida de Sagunto, o saca sus recuerdos a ventilar  al son imaginario de los bugui-buguis de sinfonola en aquellas horas muertas, cuando pedía otro chato de vino en la barra con el espíritu generoso de un bandolero. El ser humano se adapta con rapidez a todas las situaciones.

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