lunes, 26 de agosto de 2019

Las pequeñas potencias del alma



No me cansaré de citar a Camilo José Cela, maestro y amigo. Al menos, eso quedó escrito en la dedicatoria que me hizo de “Toreo de salón”; y en otra dedicatoria, “Izas, rabizas y colipoterras”, de las que me siento orgulloso. Hoy quiero hacer referencia a uno de sus personajes: Hugo Senantes, aquel acuarelista de puro espíritu y sentimiento al que un avispero le abocó a la miseria, también al olvido, y que nunca consiguió una beca de la diputación provincial. Y por Camilo José Cela conozco, también, que existen, (además de las potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad; las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza; y las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad, citadas todas ellas tanto en el catecismos del padre Astete como en el del padre Ripalda),  las otras “pequeñas potencias del alma”, que son: apetito, olfato e inercia. El apetito, según sostenía don Camilo, “es la memoria de los cuatro estómagos del rumiante; el olfato vale por el entendimiento del can con gazuza; y la inercia tanto monta como la voluntad del lobo que va por el monte abajo”. El acuarelista Hugo Senantes iluminaba  retratos de muerto, con cara de muerto, que llevaban la muerte pintada en el semblante. Pero al acuarelista Hugo Senantes nunca le concedió la diputación provincial una beca para comprar pinturas y pinceles. “Las becas son  --le dijo en cierta ocasión un diputado provincial que se teñía el pelo color caoba-- para esas peñas de los pueblos que se convierten en asociaciones de la noche a la mañana y hacen sus propios estatutos para poder aparar el cazo; verbigracia, asociación de damas dedicadas al encaje de bolillos; asociación de templadores de guitarras; asociación para el estudio del topillo de acequia; etcétera. Pero un acuarelista cegato tiene pocas posibilidades de que una institución le conceda algo. Carece de una necesaria inclinación rural que le enaltezca en instancias superiores aunque se esfuerce en poner el gesto de manso cordero ante las damas del cepillo".

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