Aquellos que hacen la caridad de leerme ya conocen la admiración que siempre he
sentido por la figura de Gregorio
Marañón. Sus ensayos siempre los he leído con especial deleite. Fue un
hombre que conoció al ser humano en todas sus facetas, como médico y como “escarbador” en los entresijos de la
Historia. Decía que la mejor manera de reconocer a un enfermo era sentarse con
una silla junto a su cama y observarle de cerca. Y Marañón tuvo de cerca a un ilustre
colega, Manuel Izquierdo Hernández, nueve años más joven que él y muerto
diecisiete años más tarde, también médico e historiador, que le siguió sus
pasos tanto en la especialidad de Endocrinología como en sus meticulosos
ensayos históricos. Entre esos ensayos debo destacar dos:”Historia clínica de la Restauración” (Madrid. Plus Ultra, 1946) con prólogo de Marañón;
y “Antecedentes y comienzos del reinado
de Fernando VII” (Madrid. Cultura
Hispánica, 1968). Ese mismo año también apareció en las librerías “Bosquejo histórico del príncipe Baltasar
Carlos de Austria”. A título de
curiosidad, leo en la página 59 de ABC
correspondiente al jueves, 11 de enero de 1968, en el espacio “convocatorias para hoy”, donde se dice
textualmente: “A las ocho. Sociedad de
Médicos Escritores y Artistas
(Villanueva, 11). Doctor Izquierdo Hernández: “Bosquejo histórico del príncipe don Baltasar Carlos de
Austria”. Y en el libro “Garito de
hospicianos” (Barcelona. Noguer.
3ª edición, 1976) C.J.Cela, en su
capítulo “Así se las ponían a Fernando
VII” (páginas 109 a 111), hace referencia a Manuel Izquierdo Hernández y
señala que “ha publicado en el Boletín de
la Real Academia de la Historia un ensayo bajo el título “La alimentación de Fernando VII”. El
historiador rebuscó entre los archivos del Palacio de Oriente y descubrió una lista de los menús palatinos. Uno de ellos,
tomado al azar, dice lo siguiente: “Dos
sopas: almondiguillas liadas. De fideo de fraile. De cocido. Seis entradas:
fritos de calamares, sesos en buñuelo, frítelas a la napolitana y salchicha.
Patos con sampiñones (sic). Pollos a la española. Morcillas con arroz. Escalopes
de filetes de lenguado. Empanadas de pichón. Dos asados: Pavo con castañas y
salchichas. Dentón. Cuatro entremeses: espinacas a la crema, tortilla con
jamón, petipos de marrasquino, casitas de almendra. Extraordinario: espárragos
de S.M.”. Lo que ya no he conseguido saber es qué opinaría el doctor
Izquierdo sobre aquellos menús de abrigo (perdón, de paletó) con cargo al
Erario Público, donde también se cargaban los servicios de las meretrices en el
madrileño burdel de Pepa la Malagueña.
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