martes, 4 de julio de 2023

La jota como expresión

 

Leo en la prensa aragonesa que el Ministerio de Cultura y Deporte ha declarado la jota como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial a punto ya de celebrarse los comicios del 23 de julio. La noticia parece estupenda, pero habrá que puntualizar que la jota, nombre derivado del mozárabe xota, es una danza extendida por casi toda la geografía de este país, aunque las más conocidas sean la de Aragón, la de Castilla, la de León, la de la Comunidad Valenciana, la de Navarra y La Rioja, la “montañesa” de Cantabria, la de Asturias, la de Galicia, la de Extremadura, la de la Alta Andalucía y la de Murcia. Se canta y se baila con el acompañamiento de castañuelas guitarras y bandurrias, y los intérpretes suelen ir vestidos con trajes regionales. En Valencia, antiguamente, se bailaba la jota en la ceremonia de los entierros También se baila en Cataluña, en la zona de las Tierras del Ebro y en el Campo de Tarragona  (“jota fogueada”),  en Canarias las jotas y rondallas con características peculiares formaban parte del folclore, junto a la isa, que es otra desviación de la jota. Como curiosidad, en Filipinas, los misioneros españoles se la trasmitieron a los tagalos. Se suele ponderar en sus letras el patrioterismo trasnochado, los paisajes y ríos el entorno, y determinadas vírgenes de la religión católica. En las llamadas “jotas de picadillo”  de cantan letras con segunda intención, algunas de ellas de dudoso gusto. Su música traspasó fronteras y algunos autores las adaptaron en conciertos: Ravel, Saint-Saëns o Listz, son solo unos ejemplos de los muchos existentes. También hay constancia de la “Jota mandilona”, que se cantaba por la tropa en el IV Sitio de Bilbao durante las guerras carlistas. En consecuencia, al estar la jota tan extendida ninguna de esas regiones señaladas pueden tener la exclusividad de esa vieja danza. Aragón, tampoco.

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