lunes, 10 de julio de 2023

La pela es la pela, tú

 

Si veo un horror que algunos restaurantes cobren por el uso del cubierto, me parece poco ético que una tienda de Barcelona, Queviures Múrria, pretenda cobrar 5 euros a aquellos turistas que se acercan al establecimiento, miren y no compren nada, según leo hoy en el diario ABC. En una entrevista concedida a TV3, el responsable del negocio, Toni Merino, decía que “el flujo constante de turistas ha comenzado a interferir en las actividades diarias de la tienda, perturbando tanto a los empleados como a los propios clientes”. Lo que en realidad les molesta a esos comerciantes es que los turistas, cuando el empleado les pregunta “¿qué desean”?, éstos contesten “I'm only looking”. A mi entender, una contestación razonable. Cuando entras en una tienda, miras, y si algo te agrada, puedes llegar a adquirirlo. Si a todos los que entran en El Corte Inglés el empleado de cada sección les cobrase solo por mirar los expositores, el negocio sería redondo aunque solo durante un día. Al siguiente no entraría ni el gato. El personal de Queviures Múrria aclara que todavía no han cobrado a nadie, que el cartel colocado en el cristal es disuasorio. La tienda en cuestión está situada entre las calles Valencia y Roger de Lauria y fue fundada en 1898. En principio fue lo que en Cataluña se conoce como un colmado, es decir, una sencilla tienda de coloniales, al que posteriormente se ha añadido un uso gastronómico que lidera Jordi Vilá, que se ocupa el llamado “Reservat 1898”, en la trastienda, con una mesa para diez comensales situada junto a las neveras para los vinos, donde hay un menú basado en el recetario catalán que prepararán en la pequeña cocina que han podido montar gracias a una licencia de 1970, con la que ya contaba el local. La han habilitado con fogones eléctricos, salamandra y hornos. Pero lo mejor de ese establecimiento, a mi entender, son unos carteles modernistas diseñado por Ramón Casas plasmados en cristales tintado al fuego. Ernest Pérre-Más, en la actualidad el mayor propietario de esa empresa, es ingeniero de telecomunicaciones, fundador de la operadora catalana Parlem y dueño de las bodegas Heretat Mascorrubí. El resto de los socios lo componen Joan Múrria (heredero sucesor) y el chef de Alkimia, Jordi Vilà. Curiosamente, en 1898, el establecimiento se llamó “La Puríssima” por una iglesia que había cerca con ese nombre, y allí se tostaba café y se fabricaban barquillos. Conserva el mostrador inicial y algunos muebles de caoba.

 

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