sábado, 29 de julio de 2023

Total, ya qué más da

 

Leo con atención un artículo de Fermín Cabanillas, aparecido en El Correo de Andalucía, donde se nota su indignación porque unos cables tapan de forma indecente la placa donde estuvo la casa  en la que nació Gustavo Adolfo Bécquer el miércoles 17 de febrero de 1836 en el número 8 de la calle Ancha de san Lorenzo (hoy número 28 de la calle Conde de Barajas). Y el autor del artículo teme que un día esa placa desaparezca como ocurrió con otra placa recordatoria que hubo en la Venta de los Gatos. Aquella casa ya no existe desde principios del siglo XX, cuando fue adquirida y derribada por el torero Antonio Fuentes (Sevilla, 1869-1938) para construir otra, la actual, que sufrió un incendio en 1975. Desde entonces quedó abandonada a su suerte y por desgracia solo queda el lienzo de fachada.  Cuando terminó la temporada taurina de 1899 se retiró de los ruedos el cordobés Rafael Guerra Bejarano, en los ruedos Guerrita aunque cuando se presentó en Madrid pero vez primera, en 1879, se hizo llamar Llavérito), harto de luchar contra un público hostil. Sobre él se cuenta que cuando Alfonso XIII le dijo que parecía un obispo, éste le contestó: “Yo en lo mío he sido Papa”. Pero al retirarse de los toros, como digo, dijo Guerrita aquello de “después de mí, ‘naide’, y después de ‘naide’, Fuentes”. Pero a lo que iba. Cabanillas cuenta que, según Santiago Montoto, tras la muerte del padre en 1841 la familia se traslada a una modestísima casa en el número 27 de la calle del Potro, como consta en el padrón municipal de San Lorenzo. Hoy esa calle se llama Ana Orantes. Otro biógrafo, Martín Alonso, sostiene que la familia se fue a vivir a casa de una tía materna, María Bastida, casada con Juan Vargas, al número 37 de la Alameda de Hércules.  Lo que parece cierto es que al morir su madre, en 1847, Gustavo es acogido en la calle del Potro por la hija de Carlos Monnehay, Manuela, tía y madrina de Gustavo, cuando éste dejó el internado de la Escuela de Nautas y Mareantes de San Telmo por cierre definitivo. Manuela era una viuda de 25 años poseedora de un establecimiento de quincallería y perfumería en la plaza del Duque. También disponía de una excelente biblioteca que Gustavo aprovechó en lo que pudo. Lo malo para el poeta llegó cuando Manuela contrajo nuevo matrimonio en 1845 con Carlos Henrriche. En 1854, su tío Joaquín Domínguez  le entregó a Gustavo 30 duros (Henrriche se había negado a ayudarle y su madrina tuvo que acatar la decisión de aquel hombre falto de empatía) para que se pudiese ir a Madrid a cumplir sus sueños. Al llegar, el 1 de noviembre, se hospedó en una inmunda casa de huéspedes de la calle Hortaleza a razón de 6 reales diarios, tras haber sufrido 37 paradas de diligencia  y 70 horas de viaje para un trayecto de 93 leguas.

 

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