Se dice que la sequía es una anormalidad climatológica transitoria. El cambio
climático, que algunos niegan, está agudizando el problema de falta de agua. Muchas
diócesis invitan a hacer rogativas y a airear imágenes devotas, entre ellas san Isidro, labriego y patrón de
Madrid. Ángel Lera de Isla (Premio
Planeta en 1967 con su novela “Las últimas banderas”) dejó escrito que cuando san Isidro labraba las tierras de Juan Vargas, “los labradores de Madrid,
capital, tenían que caminar con sus yuntas muy cerca de dos leguas para
alcanzar los barbechos de la Elipa, al otro lado del Arroyo Abroñigal, y eran
entonces tierras de labrantío las del Cerrillo de san BIas, junto a donde hoy
está el Ministerio de Agricultura, y se labraban los ejidos del hoy Barrio de
Chamberí, y eran huertas amorosamente cultivadas los aledaños de la que hoy es
plaza de Antón Martín, en lo que ahora es el mismísimo centro de Madrid, y de
huertas estaba rodeado el viejo camino de Atocha. ..”. Ángel Lera hacía
referencia a las peticiones de los diversos pueblos de España pidiendo lluvia y
que Antonio Castillo de Lucas,
médico, prolífico escritor y amigo suyo, recopiló muchas de aquellas peticiones
en su libro “El sentir y el pensar
vallisoletano”. Según él, en Alaejos
(Valladolid) cantaban a la patrona: “¡Oh Virgen
de la Casita! Tú que tienes el poder, -quita el candado a las nubes -para que
empiece a llover" ; en Valverde del Majano (Segovia), a Nuestra Señora del Sepulcro: "Los
brazos tenéis abiertos, -los ojos mirando al cielo, -suplicando a vuestro Hijo -que nos riegue nuestro
suelo"; en Burgo de Osma (Soria) van a la romería de la Virgen del Espino cantando: "Virgen Santa del Espino, ten
compasión de los pobres, échanos un chorro de agua, defiende a los
labradores"; en Astorga (León) le cantan a la Virgen del Caño: "Daynos agua, daynos vino, daynos habas...
(citando uno tras otro los diversos cultivos)", etcétera. La lista de
peticiones reclamando agua a cristos, vírgenes y santos milagreros sería
interminable. Sobre la lluvia persistente existe una vieja canción toresana: “El tío Babú”, que dice:
¡Cómo
llueve por Bardales,
Tío Babú, tío Babú, tío
Babú!
También por
Valdelespino...
Los albillos de Marialba,
Tío Babú, tío Babú, tío
Babú,
se los ha llevado el río....
En “Crónicas a la luz del candil” se hace
mención de ese personaje, Tío Babú,
que tal vez nunca existió. Isabel
Hernández Gil, su autora, señala: “Contaban y dicen y enreda; que el señor
Babú veía sufrir a la gente por la sequía, por la falta de lluvias, y se
propuso el hombre alegrarles el día, y no se le ocurrió otra cosa mejor que meter
el caballo en el río y empaparlo bien, y su capa y su ropa de vestir, y todo él
dentro del río. Sobre la ‘mojadura’ esparció unos puños de la arena del río por
encima del penco y de la capa. Y jinete, trola y caballo embarrados y
encharcados, se echaron a los caminos cabalgando por el término para hacerse
ver en los pueblos de los alrededores. Pueblos en los que el tío Babú era
conocido y gozaba de cierta credibilidad…, con la única intención de que todos
le preguntaran por esa 'empapadura' y
contar a las gentes lo del aguacero que había caído por el término. Y movía y
escurría la capa haciendo ‘esparavanes’…”.
Aclaro que en Liébana (Cantabria) “esparaván”
significa “gesto muy exagerado con el
cuerpo”. En la Montaña, como antaño se conocía a la provincia de Santander,
siempre existió un lenguaje propio en lo referente a voces, refranes y
modismos, como bien se aclara en el libro “El
lenguaje popular de las montañas de Santander”, de Adriano García-Lomas (Diputación provincial de Santander, Centro de
Estudios Montañeses, Imp. prov., 1949).
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