martes, 16 de mayo de 2023

Reduflación

 

 

Supongamos que  saco en ventanilla un billete de tren Madrid-Zaragoza y me debo apear en  Calatayud porque así lo pone el billete y yo no lo había leído. No cabe duda de que pagaré el mismo precio con menor servicio. Algo parecido a si compras huevos, no lees la etiqueta y descubres ya en casa que te han dado diez huevos en vez de doce. De nada servirá ir a reclamar a la tienda. La etiqueta lo ponía bien claro: una decena de huevos. Eso es lo que se llama deduflación, que es legal aunque poco ético. Cuando se reduce el peso, quien vende el producto gana lo mismo ofreciendo menos peso o menos unidades. Día llegará, a este paso, que en una lata de mejillones solo habrá dentro tres y pequeños, o una lata de fabada que dentro sólo cubrirá medio bote de judías. Los fabricantes se las saben todas y contra esos desaprensivos proveedores siempre pierde el cliente despistado que adquiere el producto. Pasa con las botellas de licor, con las latas de conserva y hasta con las bolsas de magdalenas. La solución es no volver a comprarlas y buscar otras alternativas. Para el fabricante es una manera de aumentar su margen de beneficios sin asumir pérdida de competitividad. Siempre pierden los de siempre, el consumidor y la economía de muchos hogares.La OCU ya ha denunciado ante las autoridades de la competencia a "Pastas Gallo", "Danone", "Pescanova", "Tulipán", "Colacao", "Campofrío"… La lista es extensa. El procedimiento siempre es el mismo: reducción de cantidad del producto, menor peso o botellas más pequeñas. Las empresas fabricantes suelen hacer modificaciones para evitar fondos huecos, lados curvos y formas cambiadas, y adoptar el método de poner en las etiquetas “nuevo envase” o “forma mejorada”. ¡Hace falta ser cínicos! Así, el consumidor no cae en la cuenta de que le están engañando como a un pardillo. Este es un país de pillos en el que era fácil engañar en el peso a granel con el trucaje de las balanzas, se echó más agua al café, o se  “bautizó” la leche. Algo parecido sucede en los bares, según escribía Mariano Guindal en La Vanguardia (2/02/2023): “En los bares de copas lo tienen muy ensayado, primero ponen mucho hielo y después dejan caer lentamente el whisky para hacer creer al cliente que le están sirviendo más licor”. Según Mariano Guindal, “la cosa no empezó con la guerra de Ucrania y la subida de las materias primas importadas. Comenzó en la Gran Recesión del 2008 y continuó con la provocada por la COVID en el 2020. Por entonces, los consumidores fueron a por lo barato, el gran auge de las marcas blancas, que vinieron para quedarse. La gente empezó a buscar los mejores precios y a tener en cuenta los céntimos. Ya existe todo tipo de estratagemas de marketing, triquiñuelas o simple engaños. La verdad es que son muy ingeniosos. Por ejemplo, el dos por uno. El precio del segundo producto, el que se anuncia con letras grandes, es exageradamente barato, pero cuando uno se fija en el primero, el que se anuncia con letra minúsculas es excesivamente elevado. El resultado es que lo que estás comprando no es ninguna ganga sino todo lo contrario”. Y hoy te la pegan en las marcas blancas y en las marcas de todos los colores. Mañana, ya veremos qué inventan esos sinvergüenzas.

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