lunes, 1 de mayo de 2023

Todos queremos más

 

Me consta que solo existe un santo con dos celebraciones litúrgicas en la Iglesia católica: san José, como padre putativo del Mesías, y obrero, como carpintero de profesión. Esta segunda celebración fue instituida por Pío XII en 1955 ante un grupo de trabajadores reunidos en la Plaza de san Pedro. La Fiesta del Trabajo, que tal es su verdadero nombre, viene de 1898 en París, cuando el Consejo Internacional Socialista decide que todos los trabajadores se manifiesten el 1 de mayo con el fin de reivindicar la jornada de ocho horas. En lo que respecta a España, la celebración se desarrolló con sucesivos cambios. Tras la Guerra Civil, reaparece en los años cincuenta transformada en fiesta de san José Artesano, patrón de los trabajadores católicos. En ese sentido, Escrivá de Balaguer se preguntaba: “¿Qué puede esperar de la vida un habitante de una aldea perdida, como era Nazaret?”. Y se respondía: “Solo trabajo, todos los días, siempre con el mismo esfuerzo. Y, al acabar la jornada, una casa pobre y pequeña, para reponer las fuerzas y recomenzar al día siguiente la tarea”. Y hoy, Ramón Reig, en un artículo en El Correo de Andalucía señala: “¿Los obreros quieren ser obreros? ¿O burgueses? ¿Critican a los ricos o los envidian y desean imitarlos? ¿El obrero quiere ser burgués, el burgués quiere conservar su dinero y ser muy rico y además noble, el noble quiere ser rey, el rey, emperador y el emperador, Dios?”. Los sindicatos han perdido su impulso transformador, pero  siguen movilizando y sacando a los parias a la calle cada 1 de mayo para que vociferen y  reivindiquen sus derechos como trabajadores. El eslogan “subir salarios, bajar precios, repartir beneficios” queda bien sobre el papel, pero recuerda Reig lo que dice el mercado: “que si subes los salarios aumenta el consumo y entonces no bajan sino que suben los precios. Y si se reparten mejor los beneficios vuelve a subir el poder adquisitivo y por tanto los listos de siempre suben los precios, con lo cual no se reparten de verdad beneficios. (…) El capitalismo avanza a base de repartir migajas y cachitos de tarta mientas él se queda con la porción más grande. Con esos cachitos la gente consume y le gusta. (…) Ahora el peligro es inexistente, el mismo capitalismo ha comprendido que en lugar de garrote hay que darle mantequilla de libertad a la gente para que grite y luego se vaya a su casa. Y hasta el año entrante”. Según un  bochornoso anuncio de la Consejería de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, dependiente de Díaz Ayuso, “se debe dejar propina al camarero para que pueda cumplir esos pequeños sueños de quienes nos atienden todos los días”. Convertir la propina en limosna es un agravio para el cliente que la da y para el camarero que la recibe. España no tiene nada que ver con los Estados Unidos ni con el “sueño americano”. No se debe olvidar que en España son los derechos, los salarios, las condiciones de vida dignas, las que hacen posible cumplir nuestros sueños.

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