lunes, 8 de mayo de 2023

La máscara y la sombra

 

Mayo es el mes de las primeras comuniones por excelencia. Según datos de la Conferencia Episcopal  el año pasado se volvió a la normalidad tras el descenso por la pandemia de COVID. Y el año pasado, también, el aumento del precio de los restaurantes dedicados a ese tipo de eventos se elevó  un 37,8% con respecto a 2019. Hoy me sorprende leer en Heraldo de Aragón que hay que hacer reservas en restaurantes con un año de antelación ya que, según los hosteleros, ya tienen completas las reservas de comedores hasta mitad de 2024. También apunta ese diario que las familias aragonesas gastan de media entre 2.300 y 5.000 euros en la celebración de ese acto social, entre restaurante, fotógrafo y trajes de ceremonia, sin incluir el coste optativo del animador infantil: el vestido de organza de niña ronda los 300 euros y 200 el de almirante o marinero de los niños. España es un país de tradición católica, pero cada vez lo es menos. Según un portavoz de la Conferencia Episcopal, Luis Manuel Romero, director de la Comisión Episcopal de Laicos, Familia y Vida, “la caída de fieles ha sido progresiva en los últimos 50 años, pero en los últimos 20 ha sido vertiginosa, alcanzando mínimos históricos”. Y sostiene que “cada vez es menos atractiva: hay menos creyentes, menos curas, menos seminaristas y menos celebraciones de sacramentos. A todo eso hay que unir la falta de prestigio por abusos sexuales a menores y la pérdida del peso de la asignatura de Religión en la educación”. Y cualquiera podría preguntarse: ¿Entonces, como existen tantos cofrades aporreando  tambores en  procesiones de Semana Santa? ¿Cómo hay tantos oferentes en la entrega de flores a la imagen de la virgen el día de su patrona? Sólo encuentro una respuesta para algo tan insólito: por lo que tales actos tienen de perfomances, donde muchos ciudadanos se convierten en figurantes del “auto sacramental” sin tener que hacer un casting, con hábitos, capirotes y vestimentas típicas de cada región, del mismo modo que se representa en Teruel cada año la “Leyenda de los Amantes”, regresando al siglo XIII; con la recreación histórica de las “Alfonsadas”, en Calatayud (ambas declaradas de interés turístico);  con la  “Recreación histórica de los Tercios”, en Lerma; del “2 de mayo”, en Madrid; o con la “Leyenda de la Mora encantada” , en Bulbuente. No olvidemos que tras la máscara de la persona se oculta la sombra, el aspecto puramente inconsciente de la personalidad. Y la sombra es ese abismo entre lo que eres para los demás y lo que eres para ti mismo. Todo comenzó el día que a un paisano le pusieron gorra de plato. De inmediato comenzó a dar órdenes. La gorra de plato era como el gorro frigio que daba autoridad a taxistas, alguaciles, carteros, guardas jurados, inspectores de abastos, “gorrillas” de aparcamientos y  mozos del exterior en los andenes de las estaciones. También añadía importancia algunos ordenanzas de administraciones públicas que, cuando acudías a ellos para que te resolviesen una duda, te examinaban y te calificaban, y según fueses una cosa u otra te quitaban del medio enviándote a una instancia superior o agarraban leyes y reglamentos y los retorcían de forma que al ciudadano le hiciese sentirse ridículo e impotente. La importancia de los ritos consiste en permanecer serios, tanto por parte del que los practica como del que está presente ejerciendo de figurante o de acompañante. Serios, muy serios, con la seriedad de los asnos, para que la farsa no decaiga.

No hay comentarios: