domingo, 21 de mayo de 2023

Un manual necesario

 


He llegado al convencimiento de que todo aspirante a concejal o a ser alcalde, tanto en el medio rural como en el urbano, debería antes de nada hacer un cursillo sobre administración de caudales públicos, normas de protocolo y beneficencia. Pero para poderse desenvolver con agilidad y adquirir elocuencia bueno sería que algún político resabiado (de esos que terminan ocupando un escaño en el Senado para rascarse la tripa, dada su experiencia) escribiese un manual que bien pudiese titularse “El aprendiz de político”, al modo del prontuario “El aprendiz de masón” ( Imprenta de Moreno y Rojas, Isabel la Católica, 10, Madrid, 1887) compuesto por Francisco del Pino (Bolívar, nombre adoptado de guerra), que fuese gran secretario general del Supremo Consejo del Grande Oriente de España, con el grado 33, en la década de los ochenta del siglo XIX. De esa guisa, cualquier alcalde de aldea sabría la manera de portar la vara de mando durante la procesión del Corpus, cómo recibir a ilustres visitantes, o cómo manejar la tijera con desenvoltura al cortar la cinta durante la inauguración de una fuente pública o de un peirón en el límite territorial en recuerdo del teatro de operaciones de una refriega allí sucedida durante la Guerra de los dos Pedros, uno castellano y el otro aragonés, en el siglo XIV, consecuente derivado de un intento anterior de Jaime II de Aragón de conquistar Murcia. Vamos, un lío. Hay culebrones interminables que todo alcalde que se precie de serlo debe conocer, además de tener como libro de cabecera los “Anales de la Corona de Aragón”, de Jerónimo Zurita, primer cronista oficial de Aragón. Así, cuando llegue al pueblo el delegado del Gobierno o el presidente de la Diputación Provincial para darse un baño de masas, aunque el pueblo tenga poca chicha, sabrá explicarse con suficiencia a la hora del almuerzo en el restaurante de carretera que se utiliza en los agasajos para tales menesteres. Hoy ser político requiere saber  Historia, Geografía y hasta los horarios de los trenes. Para ello, el alcalde  debe apoyarse en un rabo de asesores donde se incluya a algún terrateniente, al maestro, al sargento de la Guardia Civil, al cura ecónomo y al jefe de la Estación. En agradecimiento, todos ellos deberán quedar exentos de derramas cuando sea necesario llevar a cabo obras civiles. De la misma manera, los alcaldes de municipios pequeños deberán contar con un fondo para evitar el éxodo rural y fomentar la llegada de nuevos vecinos foráneos, como ya se hace en Griegos (Teruel), Olmedo de la Cuesta (Cuenca) o Ponga (Asturias). La España vaciada progresivamente desde 1950 ocupa el 58% del territorio nacional y existen 23 provincias que cumplen esos parámetros. Un alcalde que se precie tampoco puede dejar que se pierda el bar, por ser el cuarto de estar común y corazón de la vida social. Debe siempre tener presente lo que ocurrió en Javaloyas, en la provincia de Teruel, con el alcalde socialista Enrique Álvarez, al que echaron los vecinos en 2021 con una moción de censura tras haber discutido con la encargada del bar “Los Diezmos”, Marisol Tristán, y ordenar éste precintar el local.

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