jueves, 25 de mayo de 2023

Elogio de lo gallego

 

Mi deseo no es comer en un restaurante de lujo sino en un restaurante de Lugo. Hoy leyendo a Javier Rivera en el diario El Progreso he descubierto que se puede comer bien por doce euros. Rivera descubre para mi sorpresa un restaurante sin muchas pretensiones pero con una cocina excelente. Se trata del hostal Monterredondo,  en Parajes (N-540), parroquia de Pastoriza, cerca de Meira y próximo al nacimiento del Miño, donde se puede degustar una excelente comida casera. Los platos favoritos son el cordero al horno, la costilla asada, el bacalao a la portuguesa, los pinchos morunos, los callos, las parrochas fritas (sardinas), la bacaladilla y el salmón a la plancha. Y entre los platos de cuchara, fabada, guiso de carne, lentejas y potaje de garbanzos. Dispone de un vino de la Ribeira Sacra, albariños y riojas. El menú, como digo, es de doce euros, pero también se puede optar por el plato único a nueve euros.  El recorrido desde Zaragoza hasta Pastoriza puede hacerse en 7 horas. A mi entender, Galicia es un buen lugar para hacer turismo. Se come bien, la gente es cordial y el clima es muy agradable. Personalmente, pese al tiempo transcurrido, todavía recuerdo de niño mis largas estancias veraniegas en Lugo, en casa de mis abuelos, los paseos por la muralla, las visitas casi diarias al Parque Rosalía de Castro y los  recorridos por El Cantón y por diversas callejuelas incluida la Rúa Nova donde podían verse muchas tabernas y notarse ese olor casi perenne a humedad que todo lo impregnaba. ¿Existe algo más dulce que la "muñeira de Chantada"? Para mí, no. Y qué decir de las comidas: el pulpo a feira que tanto se come por san Froilán, las filloas,  el caldo, la empanada… Mi abuela, durante aquellos paseos, solía llevarnos algunas tardes a la Catedral. Todavía recuerdo la talla barroca de la Virgen de los Ojos Grandes y  la custodia presente en el centro del altar mayor. Cuentan que Pedro de Mezonzo, abad y obispo de Iria-Flavia, de Lugo, Orense y Compostela, respectivamente, se inspiró en una minúscula talla primitiva de esa virgen (de solo 21 centímetros) que ya se veneraba en el año 897,  para componer la letra de “Salve Regina”, donde se dice: “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos”. La actual imagen barroca se incrustó en la girola del templo en el siglo XVIII y es obra del tallador imaginero  Miguel Romay. He vuelto en otras ocasiones por Galicia. El viaje, aunque largo, merece la pena. Nunca defrauda.

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