jueves, 4 de mayo de 2023

Una estación sorprendente

 

La Estación Internacional de Canfranc fue un  proyecto transfronterizo a través de los Pirineos que se hizo posible tras abrir el túnel de Somport, en el Valle de los Arañones, en 1914 y que comenzó a construirse al año siguiente tras el tendido de la vía necesaria. Se terminó y se inauguró en 1925 con la presencia del presidente de la República Francesa, Pierre Gastón Doumergue, y el rey Alfonso XIII. Entró en servicio el 18 de julio de 1928. Estuvo cerrada entre los años 1945 y 1949 por desacuerdos políticos entre los dos Estados. En el enorme edificio se instaló un puesto aduanero, comisaría de Policía, Correos y un hotel. En 1931 hubo un gran incendio en el vestíbulo que produjo daños importantes tras su propagación a la biblioteca, al restaurante y a la techumbre de madera. Las conexiones con Francia quedaron interrumpidas definitivamente  en 1970 tras el derrumbe al paso de un tren de mercancías del puente de L’Estranguet, en el lado francés. En 1921 la estación se rehabilitó sólo en la parte de mercancías para dar servicio ferroviario con Zaragoza. Durante la Guerra Civil se tapió el túnel y volvió a ver la luz en 1939. Comenzó entonces a llegar la Wehrmacht nazi a la parte francesa de la estación, donde la Wehrmacht alemana nazi ocupaba la parte francesa de la estación, por donde se trasbordaba el wolflamio procedente en su mayor parte de Galicia y que los nazis empleaban para reforzar el acero de sus carros de combate. A cambio, toneladas de oro que venían de Suiza entraban en España. En 1941 la estación se partió en dos mitades: una de ellas la controlaba la recién creada RENFE y la otra, SNCF, como consecuencia del distinto ancho de vía entre los dos países. La estación llegó a tener un gran deterior por su estado de abandono, hasta que el 30 marzo de 2012  fue adquirida por la DGA al Ministerio de Fomento por un precio simbólico. Pero a los seis años de aquel acuerdo, el Estado reclamaba a la DGA 300.000 euros por esa cesión a cuenta del futuro desarrollo de los suelos ferroviarios. Para entonces la DGA ya había invertido más de ocho millones de euros en la rehabilitación del edificio.Y este año, la estación, una vez rehabilitada, se abrió al público convertida en un flamante hotel de cinco estrellas y 104 habitaciones. La parte posterior se transformó en un gran parque público. En papeles abandonados en esa estación, en el año 2000 un ciudadano francés, Jonathan Díaz, encontró documentos que acreditaban la llegada a España, entre 1942 y 1943 de 86 toneladas de oro con destino principal a Portugal  robado por los nazis a los judíos. Aquel trasiego de oro estuvo vigilado y controlado en los andenes por miembros de la Gestapo y de las SS. También parece ser cierto que el golpista Queipo de Llano, que había sido “castigado” por Franco (a quien llamaba Paca la Culona) nombrándole agregado militar en la Embajada española en Roma para librarse de su incómoda presencia, visitó a su familia en la parte francesa de la aduana de Canfranc en 1943. Pues bien, la antigua Estación de Canfranc se llama en la actualidad Royal Hideaway Hotel y pertenece al Grupo Barceló. Y en su bar conocido como ”La Biblioteca” se elaboraba hasta hace pocos días el cóctel “Gestapo”, compuesto de ron spicy o picante, vermú y cordial de piña, entre otros 31 combinados, a un precio de 15 euros. Pero sucedió algo. El Museo de la Resistencia y de la Deportación celebró el pasado fin de semana un acto conmemorativo en el campo de concentración de Gurs, al que acudió el cónsul de España en Pau, Alberto Carnero Fernández,  y fue en aquel encuentro donde el director del museo les informó de la existencia de esas bebidas en un hotel de Canfranc y aseguró que ese nombre de “cóctel Gestapo” iba a ser eliminado de la carta por ofensivo. El Grupo Barceló no ha dudado en retirarlo.

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