domingo, 30 de junio de 2024

Flatulencias

 


Leo que Dinamarca cobrará a los ganaderos por los pedos de sus vacas, ovejas y cerdos a partir de 2030. Será un nuevo impuesto por el efecto invernadero que causan tales flatulencias. Lo que ignoro es cómo se practicarán las mediciones, si por el número de cabezas o mediante algún dispositivo (llamémosle “pedómetro”) que todavía está en fase de ensayo en los laboratorios del doctor Franz de Copenhague. En resumidas cuentas, los ganaderos daneses deberán pagar 300 coronas danesas  (40 euros) por tonelada de dióxido de carbono lanzado al aire desde las oficinas de las tripas de esos animales de granja. En Dinamarca hay alrededor de 1,5 millones de vacas y cada una de ellas produce 6 toneladas de CO2 al año. Esa medida danesa que se pretende aplicar podría ser motivo de reflexión para el Erario español en su afán recaudatorio. Mejor no dar ideas. Aquí se produjo el “más difícil todavía” cuando se creó el impuesto al sol (derogado en 2018) que supuso un retroceso en la transición energética de España hacia el autoconsumo fotovoltaico. Los impulsores de ese absurdo  gravamen mantenían que la instalación de placas solares reducía pérdidas en el transporte de energía. Así, en  el RD 900/2015 se argumentaba la necesidad de la aplicación de esa tasa. Se señalaba que, aun reconociendo que los proyectos de paneles solares conllevan un ahorro de costes, las instalaciones conectadas a red también utilizaban la red eléctrica cuando la producción de energía es insuficiente (es decir, durante días nublados o por la noche). Por tanto, el resto de consumidores también estarían pagando una parte de autoconsumo. Como digo, en España sería conveniente poner un impuesto parecido al de los granjeros danesas a los consumidores de fabada asturiana. Para ello sería necesario crear un cuerpo de inspectores de fino olfato que estuviesen presentes a la salida de los restaurantes y preguntaran a los clientes qué había comido. Aquel comensal que declarase haberse hartado de cocido madrileño, fabada asturiana, habas, lentejas, guisantes, alcachofas, nabos, acelgas, espárragos, espinacas…, a pagar el impuesto al pedo sin excusa ni pretexto. Y al cocinero también se le sancionaría con una cantidad semejante, como colaborador necesario. Los únicos pedos que quedarían exentos de multa serían los “pedos de moja”,  que no hacen referencia a la aerofagia sino a unas pequeñas y redondas galletas típicas de Cataluña que originariamente se llamaron “pechos de monja”. No deben con fundirse con las “paciencias” de Almazán (Soria), con las “tetillas de monja” que se elaboran en algunos conventos de Burgos y de Ávila, ni con las “pelotas de fraile” (berlinesas) que elaboran en Colmenar de Oreja (Madrid), por razones evidentes. Por cierto, el cronista asturiano José María Fidalgo señalaba que “tetillas de monja” era consecuencia de una mala traducción. Un pastelero de Turín, Giuseppe Rondissoni Battú, que se estableció en Barcelona en 1914 huyendo de la Guerra Europea, que dirigió restaurantes y tiendas de comida, publicó varios libros, impartió clases de cocina y fue alumno distinguido de Auguste Escoffier, trajo a España los conocidos canelones (cannelloni alla Rossini) que en Cataluña se comen tradicionalmente por san Esteban con las sobras de la comida de Navidad, que dirigió la revista culinaria “Menage”  con su mujer, Carolina Hermida, que abrió una charcutería en las Ramblas y que hasta apareció en el NO-DO en 1945, fue el creador del “petto di monaca” (pecho de monja) pero los clientes comenzaron a llamarles “pets de monja” (cambiando pecho por pedo). Murió en Barcelona en 1968 a los 78 años. Pero el colmo llegó con unas galletas de Liébana (Cantabria) llamadas “cojones del Anticristo”. Se cuenta que el Beato de Liébana tenía grandes diferencias teológicas con Elipando, arzobispo de Toledo, al que el beato llegó a llamarle con ese apodo. Cada uno de ellos no sólo descalificaba a su adversario, sino que procuraba presentarlo en sus escritos bajo la luz siniestra de la caricatura con un lenguaje violento y procaz. En fin, aquí lo dejo, o mi relato de hoy será más largo que los “Comentarios al Apocalipsis”.

 

sábado, 29 de junio de 2024

Tejemanejes

 



Dos no deben vivir juntos si uno de ellos no lo desea. El divorcio es la mejor manera de poner fin a una situación indeseable. Pasa con los paisanos integrados en un Estado de derecho. A nadie se le escapa que “España -como escribió Ortega hace algo más de un siglo- es cosa de Castilla”.  También dejó escrito ese filósofo que “los grupos que integran un Estado viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo”. Y poner el ejemplo de  Roma, cuando se desarticuló  el día que dejó de ser ese proyecto. Me parece excelente que León no quiera formar parte de Castilla,  o que la pedanía de Padrollano, en la provincia de Granada, desee segregarse de Monachil y depender de Güéjar Sierra por los deficientes servicios municipales. Hay una historia detrás: los vecinos de Pedrollano que componen el movimiento “SOS Sierra Nevada” están hartos de la desidia municipal frente al alto interés turístico durante la campaña de invierno y la llegada de turistas. Entre sus principales quejas, señalan que no se despejan de nieve las aceras ni las escaleras de tránsito y que no se amplía el servicio de recogida de residuos en temporada de máxima afluencia turística. Los contenedores están sobrepasados y basura se esparce sobre las calles de ese parque natural. Además, lamentan no poder contar con Policía Local a partir de las 19: 00 horas en invierno y de nula presencia en verano,  de  la inexistencia de un retén de bomberos a más de una hora de viaje, y de la falta de adoquines y alcantarillas sin tapar y  falta de recogida de papeleras públicas. El PP de Monachil se muestra contrario a la iniciativa de segregarse Pedrollano y unirse al Ayuntamiento de Güéjar Sierra, gobernado, actualmente por el PP, pero reconoce la pésima gestión de Pedrollano, gobernado por PSOE. Pedrollano es el núcleo de población más alto de España (2.078 metros). También el más antiguo, con la primera carta puebla otorgada  en el año 824. Pese a tener poco más de 200 habitantes, dispone de casi 3.000 plazas hoteleras al recibir miles de visitantes y esquiadores en temporada de invierno. La estación de esquí se construyó en 1964 a iniciativa del Ayuntamiento de Granada en terrenos que se le habían comprado a unas monjas adoratrices, congregación fundada en Madrid en 1856 por la Madre Sacramento (Micaela Desmaissières y López de Dicastillo, vizcondesa de Jorbalán) para tratar de ayudar a las mujeres que ejercían la prostitución o que se encontraban en situaciones no deseables. A este paso, y vuelvo a citar a Ortega, España, “por separatismo  o particularismo,   podría llegar a convertirse en una pululación  de miles de cantones”. A propósito del particularismo, decía Ortega: “Castilla ha hecho a España y Castilla la ha deshecho. Cuando una sociedad se consume víctima del particularismo, puede siempre afirmarse que el primero en mostrarse particularista fue precisamente el Poder central. Y esto es lo que ha pasado en España”.  Ahora, un siglo después de lo señalado por Ortega, los pactos de gobernanza para poder alcanzar mayorías conducen en demasiadas ocasiones a situaciones rayanas en la astracanada. Sucede con Puigdemont;  con la vergonzosa amnistía a quienes derrocharon  dineros públicos en extravagantes aventuras; con la bajada de pantalones de Sánchez ante un prófugo de la Justicia en el maletero de un coche; con el humillante “sí, bwana” por arañar 7 votos necesarios… ¡Todo no vale, oiga!  Como en los versos de Rafael de León plasmados en la canción de Pepe Pinto: “Toito te lo consiento menos faltarle a mi mare. / Y mira que no me quejo de tus caprichos constantes: / quiero un  vestío, / quiero un reloj, / de brillantes…”. Pero lo peor de todo, si cabe, es que como discrepes de esos tejemanejes, o los critiques, te conviertes en un “facha” irredento. Pues mire, no.

 

viernes, 28 de junio de 2024

Falta un hueso

 


Una vecina de Cistierna (León) está muy preocupada porque unos ladrones de objetos de culto han entrado en la ermita de san Guillermo, al oriente y en la falda del macizo de Peñacorada (que cuenta con varios picos), y han robado  un  cáliz y una reliquia de ese santo que se corresponde con un trozo de rótula. Decía Víctor de la Serna que  “la gente de León tiene un matiz señorial hasta en la manera de vestir. León está lleno de señores, incluso entre los limpiabotas”.  León, según afirmaba el hijo de Concha Espina, “guarda los mejores huesos: de san Isidoro, de doña Urraca, Ordoños, Ramiros, Alfonsos, Elviras, Aldonzas, Jimenas, Blancas, Sanchas, Mayores, Constanzas, Beatrices…”. La lista parece interminable. Pero ahora faltará un hueso, el de san Guillermo, que llegó a Cistierna huyendo de Almanzor, hizo una cueva y se convirtió en eremita en el siglo X. La reliquia ahora robada fue donada hace no mucho  tiempo por  las monjas cistercienses del monasterio de San Miguel de las Dueñas, entre Bembibre y Ponferrada, llegadas desde el monasterio de Villabuena, que habían abandonado y donde finalmente se establecieron junto a Teresa, hija de Sancho I de Portugal, que llegó a ser abadesa tras separarse (entonces no existía el divorcio) de su primo carnal Alfonso IX de León, con el que había tenido tres hijos. Pero Alfonso IX volvió a casarse por segunda vez con Berenguela de Castilla. Tuvieron cinco  hijos, entre ellos Fernando, que llegó a ser rey de Castilla con el nombre de Fernando III “el Santo”. Los otros fueron Leonor, que murió pronto; Constanza, que se hizo monja en el Monasterio de las Huelgas (Burgos); Berenguela, que se casó con Juan de Brienne, emperador de Constantinopla; Fernando (ya citado); y Alfonso de Molina, padre de María de Molina y esposa de Sancho IV. Fernando III, como decía, unificó dinásticamente ambos reinos, Castilla y León, que hoy constituyen una sola comunidad autónoma. En la actualidad, esas monjas cuentan con una pequeña hospedería y destinan parte de su actividad a la confección de corsetería y decoración de cerámica. Cada 28 de mayo, las mujeres de Cistierna acuden en romería hasta la gruta del santo con manteos verdes, rojos y amarillos y pañuelos de colores atados a la cabeza. Allí se celebra una misa seguida de baile.

 

La sombra de la hoguera

 


Se adelantan las rebajas y la gente ya tiene caverna (como decía Saramago, también Platón) donde meterse para evitar la sofocación del verano y probarse ropa. Recuerdo, de niño, cuando los jueves regalaba globos Almacenes Sepu. Un conocido me contaba que él compraba la ropa de invierno en verano y la de verano en invierno, que así se ahorraba mucho. Era un hombre tan práctico en todo, tan, tan..., que creo que se transformó en esquilón. Me entero de que Ibercaja ha comprado la plataforma digital de Orange Bank, un banco francés que cuenta con tres soluciones ¿para quién? en un único pak. Como decía un eslogan de las extintas cajas de ahorro, cuando éstas eran solventes, o sea, antes de estar manejadas por la Iglesia o los políticos: “Nunca hubo un interés más desinteresado”. Me mondo de risa. Empezamos a considerar como verdad las siluetas de los objetos proyectadas en una pared por la llama de una hoguera. No sabemos nada de lo que se cuece a nuestras espaldas por ser enanos en un mundo de gigantes y la oscuridad de la cueva no nos permite ver el sol. Almacenes Sepu ya no regala globos la tarde de los jueves porque no existe, ni nosotros somos los niños que fuimos por habernos hecho mayores. Los Almacenes Sepu cerraron sus puertas en 2002. Un año antes los propietarios suizos, la familia Goetschel, traspasaron el negocio a otro grupo australiano, Partridge & Company, que prometió un plan de saneamiento que no se cumplió. Los Almacenes Sepu se consumieron como una vela, como la muñeca de cartón  Chochona; los zapatos Gorila, donde dentro de la caja iba una pequeña pelota verde; la asadora Carmela; las bicicletas B.H.; las alpargatas Victoria; la kina san Clemente; el limpiametales Netol; el detergente concentrado Raki; los juegos reunidos Jeyper; el rollo de papel higiénico Elefante; las camisas de terlenka; el calmante vitaminado; las escamas saquito… Uf, la lista sería larga. El cementerio está lleno de grandes marcas que se fueron a pique por querer vivir de sus rentas, no de sus clientes. Y se fueron desinflando, como aquellos globos que regalaba Almacenes Sepu a los niños las tardes de los jueves, que no tenían colegio. Era un regalo barato aunque ilusionante, simple polvillo dorado de mariposa.

 

jueves, 27 de junio de 2024

Hablar con las paredes

 


Víctor Sanz Herrero, maestro y alcalde de Valbona (Teruel) durante veinte años presenta el libro “Abuelos, contadnos cosas”  esta tarde en el Casino de Teruel junto al escritor Juan Villalba Sebastián, autor de varios ensayos sobre cineastas y cantantes de ópera, crítico literario de la revista “Turia” y académico de San Luis. La pretensión de Víctor Sanz es que los nietos hablen con sus abuelos y que éstos le cuenten experiencias, algo difícil de conseguir. Ningún claval de hoy está dispuesto  a dejar la “tablet” para escuchar al “abuelo Cebolleta”. Todavía recuerdo cuando un libro, “Cartas a mi hijo”, de Gaspar Gómez de la Serna (Doncel, 1968) se convirtió en libro de texto en la asignatura de “Formación del espíritu nacional” en tercero de bachillerato con el Plan del 57.  Gaspar era primo de Ramón y fue Premio Nacional ‘18 de julio’ 1961. Se publicó en 1965 en tapa dura y contenía 25 cartas. Nada que ver con “Cartas a su hijo” de   Chesterfield, siglo XVIII, que constituye un tratado de buenas maneras y una llamada a la prudencia. Gaspar Gómez de la Serna fue falangista, colaborador del ministro de Educación Joaquín Ruiz-Giménez, secretario de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, letrado de las Cortes y colaborador asiduo de diversos diarios de la cadena del Movimiento. Si les digo la verdad, ya nadie habla con nadie y se producen más entierros que nacimientos. Precisamente hoy, en Diario de León, Pedro García Trapiello pone el dedo en la llaga en su artículo “Dentro de 15 años”. Señala que dentro de ese plazo,  “el 41,8% de los hogares de León y Castilla alojará a una sola persona. Y sólo hablará con las paredes, con su gato o se llamará a sí misma en alto por ver si se encuentra. Desolador . Nidos vacíos con urracas viejas. El silencio será entonces el rey de la casa”. García Trapiello señala, también, que el anciano no desea ser cuidado a tiempo parcial por un extranjero. Y es contundente con un aforismo castellano: “Moro viejo no aprende lenguas”, relacionado con una frase que se dice en el Caribe: “Moro viejo, mal cristiano”. Es difícil que un anciano cambie de hábitos o aprenda determinadas agilidades. No se debe invitarle, por ejemplo, a que haga un curso de informática o aprenda a montar en bicicleta. El ser humano, como el burro, es animal de costumbres perdurables. Y el gallo no se acuerda de cuando fue pollo. Un anciano solo podría entenderse con otro “de su quinta” si no fuese porque ya no le quedan amigos. Todos están  criando malvas. El problema no es que exista conflicto intergeneracional,  sino que al anciano se le ha dejado abandonado a su suerte en un destartalado y frío caserón donde solo puede hablar con las paredes, escuchar la radio o escardar cebollinos. La soledad no deseada es la que anida en los huérfanos cuando al llegar a una edad  les echan del hospicio para que se busquen la vida, en los ancianos con poco poder adquisitivo y nula autoestima, y en los perros abandonados en la carretera. La peor de todas.