sábado, 29 de junio de 2024

Tejemanejes

 



Dos no deben vivir juntos si uno de ellos no lo desea. El divorcio es la mejor manera de poner fin a una situación indeseable. Pasa con los paisanos integrados en un Estado de derecho. A nadie se le escapa que “España -como escribió Ortega hace algo más de un siglo- es cosa de Castilla”.  También dejó escrito ese filósofo que “los grupos que integran un Estado viven juntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades. No conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo”. Y poner el ejemplo de  Roma, cuando se desarticuló  el día que dejó de ser ese proyecto. Me parece excelente que León no quiera formar parte de Castilla,  o que la pedanía de Padrollano, en la provincia de Granada, desee segregarse de Monachil y depender de Güéjar Sierra por los deficientes servicios municipales. Hay una historia detrás: los vecinos de Pedrollano que componen el movimiento “SOS Sierra Nevada” están hartos de la desidia municipal frente al alto interés turístico durante la campaña de invierno y la llegada de turistas. Entre sus principales quejas, señalan que no se despejan de nieve las aceras ni las escaleras de tránsito y que no se amplía el servicio de recogida de residuos en temporada de máxima afluencia turística. Los contenedores están sobrepasados y basura se esparce sobre las calles de ese parque natural. Además, lamentan no poder contar con Policía Local a partir de las 19: 00 horas en invierno y de nula presencia en verano,  de  la inexistencia de un retén de bomberos a más de una hora de viaje, y de la falta de adoquines y alcantarillas sin tapar y  falta de recogida de papeleras públicas. El PP de Monachil se muestra contrario a la iniciativa de segregarse Pedrollano y unirse al Ayuntamiento de Güéjar Sierra, gobernado, actualmente por el PP, pero reconoce la pésima gestión de Pedrollano, gobernado por PSOE. Pedrollano es el núcleo de población más alto de España (2.078 metros). También el más antiguo, con la primera carta puebla otorgada  en el año 824. Pese a tener poco más de 200 habitantes, dispone de casi 3.000 plazas hoteleras al recibir miles de visitantes y esquiadores en temporada de invierno. La estación de esquí se construyó en 1964 a iniciativa del Ayuntamiento de Granada en terrenos que se le habían comprado a unas monjas adoratrices, congregación fundada en Madrid en 1856 por la Madre Sacramento (Micaela Desmaissières y López de Dicastillo, vizcondesa de Jorbalán) para tratar de ayudar a las mujeres que ejercían la prostitución o que se encontraban en situaciones no deseables. A este paso, y vuelvo a citar a Ortega, España, “por separatismo  o particularismo,   podría llegar a convertirse en una pululación  de miles de cantones”. A propósito del particularismo, decía Ortega: “Castilla ha hecho a España y Castilla la ha deshecho. Cuando una sociedad se consume víctima del particularismo, puede siempre afirmarse que el primero en mostrarse particularista fue precisamente el Poder central. Y esto es lo que ha pasado en España”.  Ahora, un siglo después de lo señalado por Ortega, los pactos de gobernanza para poder alcanzar mayorías conducen en demasiadas ocasiones a situaciones rayanas en la astracanada. Sucede con Puigdemont;  con la vergonzosa amnistía a quienes derrocharon  dineros públicos en extravagantes aventuras; con la bajada de pantalones de Sánchez ante un prófugo de la Justicia en el maletero de un coche; con el humillante “sí, bwana” por arañar 7 votos necesarios… ¡Todo no vale, oiga!  Como en los versos de Rafael de León plasmados en la canción de Pepe Pinto: “Toito te lo consiento menos faltarle a mi mare. / Y mira que no me quejo de tus caprichos constantes: / quiero un  vestío, / quiero un reloj, / de brillantes…”. Pero lo peor de todo, si cabe, es que como discrepes de esos tejemanejes, o los critiques, te conviertes en un “facha” irredento. Pues mire, no.

 

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