domingo, 2 de junio de 2024

Sobre puertas giratorias

 


"Suele pensarse, con acierto, que las grandes figuras políticas de la España decimonónica constituyeron, en parte elementos significativos de la oligarquía industrial y financiera, que contribuyó a la formación de una sociedad capitalista moderna, y se beneficiaron, en consecuencia, de sus ventajas. El cruce de intereses entre el sector económico y el político configuraron, a lo largo de la Restauración, la estructura burguesa de poder oligárquico, que caracteriza ese período”. (“La Banca Española en la Restauración”. Tomo I. Política y Finanzas. Servicio de Estudios del Banco de España, Madrid, 1974, pp. 34-40). Ya antes, “Serrano, por ejemplo, se hallaba vinculado desde 1866, en calidad de consejero y luego de presidente, a la primera empresa ferroviaria del país, la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, promovida por Pereire. Los lazos no se romperán hasta su muerte, en 1886, salvo los períodos que ostentaba la Jefatura de Gobierno. Antes había presidido el Consejo de Administración del Ferrocarril de Sevilla a Jerez”. (Véase Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España (1856-1946) “Historia, actuación, concesiones, ingresos, gastos y balances”, tomo HI, Madrid, Espasa-Calpe, 1940, pp. 647 a 654). “Montero Ríos era, en 1874, presidente del Ferrocarril Compostelano de Santiago a Carril”. (Véase Anuario de los Ferrocarriles, 1874”, Madrid, Oficina del Bulletin Financier Espagnol y de la Correspondance Generale d’Espagne, 1874” pp. 214 y 279). ”En los años 80 de esa centuria, Castelar formaba parte del grupo de administradores de la Compañía de Ferrocarril del Puerto de Cartagena a los distintos puntos mineros de las cercanías y presidía una compañía francesa, que monopolizaba las concesiones ferroviarias de Puerto Rico. También se sabe que recibía treinta mil reales anuales como consejero de Administración del Ferrocarril de Bobadilla a Algeciras.” (Cfr. Gaceta de Madrid, 16,I,1881, y C. Llorca, “Emilio Castelar”, Madrid, 1966, pp. 316 y 317) “Por aquel tiempo, también Moret tenía intereses en los Ferrocarriles de Cáceres a Portugal”. (Tuñón de Lara: “Estudios sobre el siglo XIX”, p. 174.) “Canalejas, siguiendo la tradición paterna, desempeñaría en 1878 el cargo de secretario de dirección en la Compañía de Ferrocarriles de Ciudad Real a Badajoz y de Almonchón a Belmez, donde su progenitor era director general, y presidente el marqués de Cabra, Martín Belda, más tarde gobernador del Banco de España”. (“Anuario de los Ferrocarriles, 1878”, p. 251.) “Todavía encontramos en las filas liberales, iniciado ya el siglo XX, al conde de Romanones, consejero del Ferrocarril de Madrid a Aragón.(“La formación de la sociedad capitalista en España, 1914-1920”, en J.Muñoz, y en “Datos para el estudio de la estructura industrial y para la cuantificación del proceso de concentración de poder económico en 1820”, S. Roldán, tomo II, Madrid, 1973, p. 395.)  “Por el lado conservador están Jorge Loring, el propio Cánovas, que además de Silvela, fue consejero y asesor de la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, al constituirse ésta en 1872, llegando, incluso, a desempeñar la presidencia. En 1874 ostentaba también en cargo en la Compañía de los Ferrocarriles de Medina del Campo a Zamora y de Orense a Vigo (“Anuario de Ferrocarriles, 1874”, p. 340.) “Eduardo Dato fue miembro del Consejo de Administración del MZA.” (Tuñón de Lara, “Historia y realidad del poder”, p.30.) En los últimos años del siglo XIX, Valentín Almirall denunciaba el maridaje entre los intereses de la política y los negocios ferroviarios: ”En España, decía, las Compañías de Ferrocarriles se apresuran a introducir en sus Consejos de Administración, con sueldos muy sustanciosos, a los principales políticos de todos los partidos, para tener, sea cual fuere la forma de gobierno y sea cual fuere el partido que ocupe el poder, personas que cuiden de sus intereses dentro del Ministerio. De este modo, siempre ganan sus pleitos contra los particulares... Después de esto se comprenderá muy bien por qué nuestros políticos no precisan de capacidades ni de conocimientos especiales para ser directores o consejeros de Compañías de Ferrocarriles o de otras similares. Basta con que tengan la probabilidad de llegar a ser ministros (...). Así, el señor Cánovas del Castillo, presidente anterior y futuro del Consejo de Ministros, es director de cinco grandes Compañías y cobra por ello pingües gratificaciones anuales, aunque no tenga más idea de los ferrocarriles y de su administración que la que pueda tener de los cráteres de la luna...”. (V.Almirall: “España tal como es”, ed. de A. Jutglar y trad. de Rosario Fernández Cancela, Madrid 1972, p. 51.) Lo mismo podría de decirse de bancos, cajas de ahorros y compañías de seguros. En 1869 encontramos al liberal Ruiz Zorrilla como fundador y consejero del Banco de Propietarios, junto al republicano Eduardo Chao. Un año después aparecía en la lista de miembro del Consejo de la Sociedad Española de Crédito Comercial, al lado de Castelar, Cristino Martos y López de Ayala. Prim y Sagasta fueron vocales, antes de la Revolución, en las Juntas de Gobierno de las Compañías de Seguros y Montepíos de Ahorro “La Tutelar” y “La Caja General de Imposiciones. De esta última era presidente González Brabo. En la década de 1870 fueron nombrados vocales de la Junta Superior del Monte de Piedad y Cajas de Ahorros de Madrid Pi y Margall y el marqués de la Vega Armijo. Moret suscribió mil quinientas acciones en el acto de constitución del Banco Central General de Madrid, en 1882, llegando a ser miembro del primer Consejo de Administración. Canalejas figuraba como suscriptor de quinientas acciones del Banco Hispano Americano en la relación de accionistas que se incluía en la Memoria de 1902 y Montero Ríos emergía como accionista del Banco de España, como suscriptor de acciones propias, además de su puesto habitual como juez protector de la Fundación de Patronato de Manuel Ventura Figueroa, que poseía 2.577 acciones. Por último,  Romanones fue consejero del Banco Hipotecario en 1920”. (ib. “La Banca Española...”,  p.37, 38). ”Entre los conservadores, apenas apuntada la Restauración, en 1875, hallamos a Cánovas en el primer Comité directivo del Banco Hipotecario, con sede en Madrid, Fernández Villaverde ligado al Crédito Inmobiliario y al Banco Español de Crédito, constituido en 1902, poseyendo, además, la condición de consejero del Banco Hipotecario y la de accionista del Banco de España. Fernández Almagro fue apoderado del Banco Económico Nacional, y a partir de 1906, consejero del Banco Hipotecario. Todavía encontramos en 1882 a Pi y Margall unido a la empresa explotadora de las minas de Sigüenza, y a Moret como miembro del Consejo de la Sociedad General de Fosfatos de Cáceres. Sabemos, incluso, que Fernández Villaverde, dos años antes de ser nombrado ministro de Hacienda, era abogado de Unión Española de Explosivos con altos honorarios, que ascendieron en alguna ocasión a cincuenta mil pesetas. También son conocidos los intereses mineros de Romanones, que presidía en 1900 la Unión Industrial Minera de Linares, y era, en la segunda década del siglo XX, uno de los principales accionistas de Minas del Rif y consejero de la Sociedad Minero-Metalúrgica de Peñarroya y de Minas de Pedrós. Es igualmente sabida la vinculación de Maura a la empresa madrileña Eléctricas Santillana. No debemos olvidar las inversiones en el campo que hacen el general Serrano, en Jaén, y Figueroa y Torres, en Castilla la Nueva, o las realizadas en inmuebles urbanos en Madrid.

 

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