lunes, 30 de septiembre de 2024

El cuarto de estar de los pueblos

 

 


Una noticia del Diario de Teruel me ha dejado turulato. Resulta que el pueblo de Vivel del Río Martín, en la comarca de las Cuencas Mineras y en el partido judicial de Calamocha, ha cerrado ayer las puertas de su bar después de un año de funcionamiento.  El concesionario ha adelantado el final de un contrato que caducaba el próximo día 6 de octubre, después de que el Ayuntamiento hubiese  invertido 23.000 euros en una profunda remodelación del local. ¡Ni que hubiesen remodelado el bilbaíno ¡”Café Iruña”! Los vecinos de Vivel del Río Martín dejaron de acudir al bar, ese cuarto de estar común, el día que los concesionarios subieron drásticamente los precios. Un edil contó a ese diario provincial que “empezaron bien, los almuerzos eran abundantes y el precio no pasaba de los 6,50 euros, pero al cabo de pocas semanas el precio subió a 10 euros y los parroquianos dejaron de almorzar allí”. Pero ya me han llegado noticias de que existen muchas solicitudes de interesados en la explotación del servicio de bar. Un pueblo sin bar es como una ermita sin santo. Lo que ignoro es si el tan necesario servicio de ambigú terminará en manos  de unos chinos parientes de Fu Manchú, que es lo que se estila de un tiempo a esta parte.  Nunca se sabe.  De suceder así, tal vez los vivelinos cambien de gustos y dejen de tomar de almuerzo de bocadillo de longaniza o de unos huevos con chistorra y prefieran decantarse por el pollo kung pao, los  rollitos de primavera, el arroz tres delicias o los brotes de bambú, aprendan a utilizar con maestría los palillos asiáticos y adopten sus reglas, que para los asiáticos son muy importantes. Los palillos tienen  su propio lenguaje, como sucede con los abanicos o las flores. Por eso, jamás se debe usar un palillo para pinchar la comida ni dejarlo pinchado verticalmente en un cuenco. Da mala suerte. Tampoco se deben dejar los palillos apoyados sobre el borde del cuenco. De hacerlo, se dará por hecho que el comensal ha terminado de comer. De la misma manera, en el bar se acabaría sustituyendo el vino o la cerveza por el té o el agua caliente a la hora de degustar el menú. Cumplen un papel importante en la digestión: ayudan a disolver y procesar la grasa de los alimentos, eliminan  toxinas y relajan el sistema nervioso.  O sea, si el bar de Vivel del Río Martín  fuese adjudicado finalmente a unos inmigrantes de la China, na, estoy seguro de que los vivelinos saldrían ganando.

 

domingo, 29 de septiembre de 2024

El espejo colonial

 

 


Cuando alguien, además de ser experto en Arte, es miope y tiene un problema de refracción puede ser causa de que aquello que ve en un museo y que a cualquier mortal le entusiasmaría, a él le parezca algo horripilante e impropio de ser colgado en una pared. Se cuenta que Aurelio Pita disponía en su casa de colecciones de libros, todos ellos relacionados con las Bellas Artes. Además, guardaba por orden de publicación ejemplares de la revista “Minutos Menarini”, que el laboratorio regalaba a la clase médica y que el galeno Don Genaro Matarín, sabedor de sus exquisitos gustos, le entregaba mensualmente a Aurelio para que pudiese enfrascase en su lectura. En la actualidad estaba entretenido con el encanto de lo cotidiano del pintor manresano Ernest Descals i Pujol y le llenaba de gozo su cuadro “Ramblas de Barcelona” que le transmitía muchas emociones. Pero, por desgracia, Aurelio Pita, que cada día que pasaba veía menos decidió visitar en compañía de un amigo una galería donde había una exposición de pinturas de Ignacio Fortún, aprovechando que se encontraba en Zaragoza por asuntos que no hacen al caso. Nada más entrar en la galería comenzaron sus críticas. Pero cuando Aurelio Pita se detuvo frente a un retrato de cuerpo entero comenzó a jurar en prusiano. Miró a su amigo y le espetó: “¡Pero dónde me has traído!”. Y sin dejarle responder siguió con su enfado: “Mira, Manolo, el marco es inadecuado para el cuadro y el hombre está vestido de manera andrajosa”. Pero el amigo, más calmado que él, aprovechando un silencio de Aurelio Pita, le dijo: “Escucha, Aurelio, lo que estás viendo no es un cuadro sino un espejo colonial donde te reflejas”. Aurelio se quedo silente. Se rascó el colodrillo. Después le entró una risa nerviosa. A la salida de la galería, ambos decidieron ir a tomar un vermú y unas sardinas en salmuera en el “Bar Bonanza”, en la calle Refugio, el último santuario republicano donde los herbolarios clientes pretendían cambiar el mundo entre humo de cigarrillos y lingotazos de absenta.

 

sábado, 28 de septiembre de 2024

El tiovivo

 

Cuando todavía está caliente el último escrito en mi blog, me entero de que  Núñez Feijóo está en Zaragoza celebrando el “Día del afiliado” y se ha paseado en un baño de multitudes en el Parque de Atracciones. De paso -así lo señala la prensa local- "hubo reparto de bocadillos de longaniza, cantos y bailes de jota, torneos de guiñote y posterior comida a base de paella". Y como no podía ser menos, el presidente del PP también se apuntó para hacerse con una cinta de la virgen del Pilar con los colores del cachirulo, pero si hacer filas. En un momento de su discurso, Feijóo levantó el brazo a la romana y ya llevaba en la muñeca colocado en lazo la cinta de los milagros. Lo raro es que no se encuentre en Lugo, donde hoy comienzan las fiestas de san Froilán. Dijo en su soflama que  “el PP es el único partido de Estado que queda en España” y se comprometió -si llega al poder, claro- a ampliar a 26 semanas el permiso de maternidad para familias monoparientales y a crear para ellas un carné similar al de las familias numerosas, y bla., bla, bla…, frases-papilla y barcarolas. Después de los banquetes se suelen decir muchas bobadas. Normal, es el tiempo de la berrea. Como dicen los gallegos: “¡Ay, madre, cómo huele padre a vino!...”. Solo le faltó decir: “Todo lo que veo es mío”. Feijóo sueña con tener un mapa de España pintado con gaviotas y de azul, con su camisita y su canesú. Por otro lado, aprovechando que se encontraba en el Parque de Atracciones, lo que posiblemente deseaba era dar unas vueltas en el tiovivo, montado en el coche de bomberos y haciendo sonar la estridente campanilla, que es como ir a ninguna parte, como en el magnífico cuento de Ana María Matute, donde su autora describe que “un día de lluvia, el niño encontró en el suelo una chapa redonda de hojalata. La chapa brillaba tanto que el niño la cogió y se fue corriendo al tiovivo, para comprar todas las vueltas. Y aunque llovía y el tiovivo estaba tapado con la lona, en silencio y quieto, subió en un caballo de oro que tenía grandes alas. Y el tiovivo empezó a dar vueltas, vueltas, y la música se puso a dar gritos entre la gente, como él no vio nunca. Pero aquel tiovivo era tan grande, tan grande, que nunca terminaba su vuelta, y los rostros de la feria, y los tolditos, y la lluvia, se alejaron de él. “Qué hermoso es no ir a ninguna parte”, pensó el niño, que nunca estuvo tan alegre. Cuando el sol secó la tierra mojada, y el hombre levantó la lona, todo el mundo huyó, gritando. Y ningún niño quiso volver a montar en aquel tiovivo”. Que tengan un buen fin de semana.

 

Edición limitada

 

 


En vísperas de las fiestas pilaristas se han armado grandes colas de gente para tener acceso a la basílica, donde se venden unas cintas del tamaño de la talla de la Virgen con los colores del cachirulo, o sea, cuadros  rojos y negros. Yo no sé si a los zaragozanos les ha aumentado el fervorín religioso mariano o qué diablos les ocurre. En esta ocasión se aclara que “se ha hecho una edición limitada” y la gente corre a hacer fila como si se tratase de ‘las rebajas de don Julio’ a dos euros la unidad, es decir, doblando el precio de su anterior oferta. Eso sí, esta nueva edición especial aseguran que está impresa en raso, un material que garantiza resistencia al lavado, al desgaste y a la decoloración.  También se venden complementos, como pulseras y anillos con  el troquel de la virgen. El deán catedralicio, a no mucho tardar, se convertirá en el apóstol de Ramón Areces sin necesidad de haber hecho su aprendizaje en “El Encanto” de La Habana.  La primera referencia sobre esas cintas se encuentra en los archivos de la archidiócesis y se remonta a 1621, donde se da cuenta de que se prohibía a los mercachifles la comercialización de esas cintas, reservando ese derecho exclusivamente al Cabildo metropolitano bajo pena de 60 sueldos jaqueses. Aquellas cintas solían colocarse en las camas de los moribundos. Quienes las adquirían debían dar en pago ‘la voluntad’. Hoy las cosas han cambiando y como esa ‘voluntad’ no parece suficiente, se cobra un euro por cada una en un chiscón situado a la entrada del templo. Es una manera de que Dios aumente la caridad. En la actualidad, lo que antaño era un acto de confianza en la curación por mediación divina se ha convertido, también, en un suvenir de recuerdo turístico. Por otro lado, los reposteros zaragozanos, entre ellos la Pastelería Tolosana, han creado un bizcocho con la medida de esas cintas (36,5 centímetros) con cobertura de chocolate. Además de ello, siendo alcalde Azcón y consejera de Servicios Públicos y Movilidad, la folclórica Natalia Chueca,  se colocó en la Gran Vía un adefesio consistente en un icono floral de más de 4 metros de altura, dicen que ideado por el servicio de Parques, Jardines e Infraestructuras Verdes basándose en el diseño de la conocida figura hortera de ‘Monge Joyeros’, realizado con la colaboración de FCC Medio Ambiente y ‘Flores Aznar’  y fabricado en los talleres UCEFER de Utebo. Cuenta con 500 plantas de flor de temporada, como petunias, begonias y lantanas que se mantendrán gracias a un sistema de riego por goteo. Dicen  que está hecho de forma que cada cierto tiempo pueda ubicarse en distintos barrios de la ciudad. La estructura de esa imagen es de acero galvanizado, pesa unos 2.000 kilos en vacío y 6.000 kilos con las flores y la tierra que las sustenta. En la parte interior de toda la pieza se ha colocado un aislante térmico para minimizar el recalentamiento del sustrato. Dispone de sistema de riego en el interior, mediante tubería con goteros integrados. Pero, ¿cuánto costó a los zaragozanos el antojo? Parece ser que el autor de los planos y del aislante térmico fue el insigne doctor Franz de Copenhague, y se conservan para evitar imitaciones en una caja acorazada de la mansión de la famosa superviviente del Titánic, Molly Brown, en Denver (Colorado).

 

viernes, 27 de septiembre de 2024

Tirar del hilo

 

 

Todo en esta vida tiene un precio. El valor de las cosas se corresponde con el dinero que se está dispuesto a pagar por tenerlas en propiedad. Por esa razón, cuando alguien afirma que tal cosa, la que sea, “tiene un valor incalculable” se equivoca de lleno. Todo en esta vida tiene, por consiguiente, el valor que pueda llegar a pagarse en una subasta. En el caso de la Biblia de Soria, el documento escrito en esa ciudad castellana en 1312 por el rabino Shem Tov Ibn Gaon y subastada en Nueva York por Sotheby's, no sé si en realidad es poco o mucho el dinero pagado por ella. Pero sí estoy convencido de que si tal biblia la hubiese ofrecido un vendedor de los de puerta a puerta, es posible que nadie hubiese pagado por ella un celemín. Así es la vida. Alguien que se levanta a las seis de la mañana para tomar un tren de cercanías que le lleve al lugar de trabajo, que está pagando la hipoteca de un piso con tabiques de papel y que no sabe de dónde va a sacar el dinero suficiente como para poder cambiar por otra la nevera que se le ha roto, no está dispuesto a perder el tiempo hojeando un incunable escrito por un señor de Soria, de Alentisque o de Morón de Almazán. Esas cosas quedan para los bibliófilos y los caprichosos ricos que no tiene mejor cosa que hacer. Por otro lado, si la biblia subastada tiene tanto valor como el que alguien ha estado dispuesto a pagar por ella (6,9 millones de euros) debería haber sido el Estado español el que la hubiese adquirido para depositarla bajo siete llaves en la Biblioteca Nacional. Sacar obras de arte de España sin los permisos correspondientes  es un delito tipificado en el artículo 323 del Código Penal.  Una obra de arte es cualquier objeto físico que puede tener un valor estético y conceptual, como una pintura, una escultura, una fotografía, un incunable, un dibujo, etcétera. Todavía recuerdo el lío en el que se metió Jaime Botín en 2015 cuando intentó sacar de España el cuadro de Picasso “Cabeza de mujer joven” (1906) valorado en 26 millones de euros sin el correspondiente permiso, para venderlo en una subasta de Londres, incautado cuando su barco atracó en el puerto francés de Calvi. También recuerdo cuando en 2011 desapareció el “Códice Calixtino”, del siglo XII, en la catedral de Santiago de Compostela, robado por un electricista. ¡La que se armó! Lo que habría ahora que conocer es cómo llegó la incunable biblia soriana a Estados Unidos, quiénes eran los anteriores propietarios y de qué manera llegó a las manos de éstos. Sería cuestión de tirar del hilo. Quizás nos llevaríamos sorpresas.