sábado, 28 de septiembre de 2024

Edición limitada

 

 


En vísperas de las fiestas pilaristas se han armado grandes colas de gente para tener acceso a la basílica, donde se venden unas cintas del tamaño de la talla de la Virgen con los colores del cachirulo, o sea, cuadros  rojos y negros. Yo no sé si a los zaragozanos les ha aumentado el fervorín religioso mariano o qué diablos les ocurre. En esta ocasión se aclara que “se ha hecho una edición limitada” y la gente corre a hacer fila como si se tratase de ‘las rebajas de don Julio’ a dos euros la unidad, es decir, doblando el precio de su anterior oferta. Eso sí, esta nueva edición especial aseguran que está impresa en raso, un material que garantiza resistencia al lavado, al desgaste y a la decoloración.  También se venden complementos, como pulseras y anillos con  el troquel de la virgen. El deán catedralicio, a no mucho tardar, se convertirá en el apóstol de Ramón Areces sin necesidad de haber hecho su aprendizaje en “El Encanto” de La Habana.  La primera referencia sobre esas cintas se encuentra en los archivos de la archidiócesis y se remonta a 1621, donde se da cuenta de que se prohibía a los mercachifles la comercialización de esas cintas, reservando ese derecho exclusivamente al Cabildo metropolitano bajo pena de 60 sueldos jaqueses. Aquellas cintas solían colocarse en las camas de los moribundos. Quienes las adquirían debían dar en pago ‘la voluntad’. Hoy las cosas han cambiando y como esa ‘voluntad’ no parece suficiente, se cobra un euro por cada una en un chiscón situado a la entrada del templo. Es una manera de que Dios aumente la caridad. En la actualidad, lo que antaño era un acto de confianza en la curación por mediación divina se ha convertido, también, en un suvenir de recuerdo turístico. Por otro lado, los reposteros zaragozanos, entre ellos la Pastelería Tolosana, han creado un bizcocho con la medida de esas cintas (36,5 centímetros) con cobertura de chocolate. Además de ello, siendo alcalde Azcón y consejera de Servicios Públicos y Movilidad, la folclórica Natalia Chueca,  se colocó en la Gran Vía un adefesio consistente en un icono floral de más de 4 metros de altura, dicen que ideado por el servicio de Parques, Jardines e Infraestructuras Verdes basándose en el diseño de la conocida figura hortera de ‘Monge Joyeros’, realizado con la colaboración de FCC Medio Ambiente y ‘Flores Aznar’  y fabricado en los talleres UCEFER de Utebo. Cuenta con 500 plantas de flor de temporada, como petunias, begonias y lantanas que se mantendrán gracias a un sistema de riego por goteo. Dicen  que está hecho de forma que cada cierto tiempo pueda ubicarse en distintos barrios de la ciudad. La estructura de esa imagen es de acero galvanizado, pesa unos 2.000 kilos en vacío y 6.000 kilos con las flores y la tierra que las sustenta. En la parte interior de toda la pieza se ha colocado un aislante térmico para minimizar el recalentamiento del sustrato. Dispone de sistema de riego en el interior, mediante tubería con goteros integrados. Pero, ¿cuánto costó a los zaragozanos el antojo? Parece ser que el autor de los planos y del aislante térmico fue el insigne doctor Franz de Copenhague, y se conservan para evitar imitaciones en una caja acorazada de la mansión de la famosa superviviente del Titánic, Molly Brown, en Denver (Colorado).

 

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