domingo, 15 de septiembre de 2024

Moteros

 

 

Me parece una absoluta incongruencia que los motoristas pidan el cese del director general de la DGT por el aumento de mortalidad en las carreteras. Es, por poner un ejemplo, como si hubiese que suspender de empleo y sueldo al entrenador de un equipo de futbol por existir muchas operaciones de menisco entre los jugadores, o cesar al director de la Guardia Civil por permitir que los agentes lleven encima un arma letal. Pere Navarro no tiene la culpa de que los motoristas corran más de lo debido, tengan desgastados los neumáticos, o no guarden la necesaria distancia de seguridad, por citar solo algunos casos. Las estadísticas demuestran que existen demasiados accidentes de moto en las carreteras con resultado de muerte y no cabe duda de que las motos son máquinas peligrosas. Pero lo más incoherente, si cabe, es que los motoristas concentrados hoy domingo en Madrid, en la plaza de las Ventas, hayan protestado porque, según ellos, existen excesivos controles de alcoholemia y drogas, “por afán recaudatorio”. Ya solo faltaría que la culpa de sus caídas de las motos las tuviese el duque de Ahumada. En algo sí les doy la razón a los moteros. Los guardarrailes deberían tener protección en todos sus apoyos de anclaje, al ser los causantes de muchas muertes y de tremendas mutilaciones. Resulta fácil comprobar que no todos los guardarrailes tienen esa protección necesaria. También habría que mejorar el piso y la señalización de muchas carreteras secundarias. Pero gracias a la gran labor de la Guardia Civil en nuestras carreteras y al control de velocidad y de alcohol se evitan muchas tragedias. Los agentes no tienen afán recaudatorio sino deseo de ayudar al que lo necesita. Su misión es la de velar por el cumplimiento de las leyes, auxiliar en casos de emergencia, proteger a los ciudadanos, garantizar los derechos y libertades, vigilar carreteras y caminos, controlar armas y explosivos, etcétera. Los moteros, en fin, deben ser precavidos y estar atentos a las señales. Ya lo decía en su canción Perlita de Huelva: “Precaución, amigo conductor, la senda es peligrosa…”.

 

 

 

 


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