jueves, 12 de septiembre de 2024

Zapatero, a tus zapatos

 

Me gustaría recordarle a la alcaldesa de Zaragoza que el Ayuntamiento que preside Natalia Chueca no puede imponer seguro de responsabilidad civil por uso de bicicletas al no tener competencia sobre ello y tratarse de vehículos sin motor. La Ley de Tráfico es competencia del Estado. A los ciclistas, de acuerdo con la normativa establecida por ese Ayuntamiento, indica que se podrán imponer multas de hasta 150 euros por carecer de tal seguro (salvo que se trate de “Bizi”) o no llevar casco protector incluso siendo mayor de 16 años. Una cosa es la Ordenanza de Movilidad Urbana y otra muy distinta el afán recaudatorio de un Ayuntamiento en manos del PP y Vox. Un alcalde, en este caso una alcaldesa, está para resolver problemas de administración relacionados con la ciudadanía en el ámbito de su pequeño territorio, no para tener que sufrirla silentes (muchos votantes al PP en las últimas municipales ya están arrepentidos de aquella malhadada decisión) como si se tratase de unas almorranas. Si quiere hacer leyes, que se presente dentro de una lista al Congreso de los Diputados por su partido político. Lo que no debe hacer esa folclórica señora es, como así ha sido, aportar por imposición de Vox 20.000 euros de todos los zaragozanos a la Escuela Taurina ‘Mar de Nubes’ para practicar toreo de salón y, además, conceder ayudas de 5.000 euros para la realización de actividades relacionadas con espectáculos taurinos de la más baja estofa. Una cosa es divulgar valores culturales, algo plausible, y otra muy distinta conceder ayudas a los responsables de un evidente maltrato animal. Recuerdo cuando esa alcaldesa recibió a los Reyes de Oriente en el césped de La Romareda a bordo de un helicóptero. Minutos antes de la cabalgata, se dirigió a los tres Reyes con estas palabras: “Espero que hayáis leído la carta que os envié. Os pedía que todos los niños de Zaragoza esta noche tengan un regalo, aunque sea un libro, un puzle, un cuento…”. Ese “aunque sea un libro” fue una manera de dar a conocer cómo anda el aceite de su candil. Se nota que Chueca no lee mucho, que prefiere subirse a lomos del dragón Fújur de “La historia interminable” en el Teatro Principal, o cantar jotas con una voz de pito que hace sentir vergüenza ajena a aquellos que la escuchan. En fin, zapatero, a tus zapatos. Chueca fue la sucesora de Azcón en la Alcaldía. Cuando Azcón se alzó con el santo y la peana en Aragón, le entregó la vara del municipio a Chueca y la promesa de levantar la nueva Romareda costase lo que costase, al tiempo que ella, consciente del pufo heredado por su antecesor, le susurraba al oído: “Me casé con un pastor pretendiendo ser señora, y al día siguiente me dijo: “¡Coge el cayado, pastora!”.

 

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