Pol Rodallar, en un blog, hace referencia a los bocadillos, y así lo titula,“Lo que dice de ti el tipo de bocadillo que te metes cada mañana”. Indica que cada trabajador tiene sus propias preferencias y que, según cuáles son sus preferencias, se puede deducir cómo es el individuo en cuestión. Por ejemplo: si toma pan con jamón cocido, indica claramente que al que se lo zampa no le gusta ningún tipo de música; si toma jamón con queso, está en edad escolar; si es de fuet, es persona que a los ocho años extirpó cualquier inicio de simpatía de su cerebro; si es de salami, es persona que busca como hacer el nudo de la corbata en You Tube; si es de chopped, es persona que escribe en revistas y periódicos; si es de paté, es alguien que tiene por costumbre apoyar su mano en la parte más caliente y sobada de las barras de sujeción de los transportes públicos; si es de butifarra catalana, es catalán, ya que es lo único que comen los catalanes, que les aturde y les hace odiar lo español; si es de salchichón, el que lo consume cierra la puerta con un golpe muy fuerte, conducen rápido, se peinan como James Dean y no tienen tiempo para contestar e-mails; etcétera. La lista de bocadillos y personas raras es tremenda. Sobre lo que no dice nada Rodallar es sobre la rodaja de pan con vino que tomaban los niños de mi generación para merendar cuando no había otra cosa, o del pan con membrillo, o con un puñado de cacahuetes, o con dos porciones de un chocolate infamen que daban de merienda a los educandos en los internados de frailes. Hay cosas que es mejor olvidar en un rincón del colodrillo y pasar página. Me he preparado un bocadillo de longaniza frita, como aquella que se ponía en jueves lardero en el puchero antes de entrar de lleno en el morado túnel de la Cuaresma torrijera y escabrosa sembrada de ayunos, penitencias y sopas de convento que templaban las cuerdas de la viola de gamba de las tripas. Pues nada, ¿si ustedes gustan? Acabo de abrir la ventana y me viene olor a lluvia desde hace dos días. Escribe hoy Pedro García Trapiello que "los puentes rezan" y que "en los templos ya no se hacen rogativas ‘ad petendam pluviam’ por no sembrar danas, danas, de altas nubes y de baja cama, esposas de su terror…". Los barrancos, esas ardientes sendas de alacranes repletas de esqueletos de republicanos, están en alerta máxima. Y yo con estos pelos…
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