jueves, 4 de enero de 2018

Curiosas coincidencias





Releo y no me canso a don Natalio Rivas autor del Anecdotario Histórico Contemporáneo (Editora Nacional. Madrid, 1949). El IV de esos tomos, el que tengo estos días entre manos, está dedicado al doctor Gregorio Marañón, “a cuya sabiduría y cuidados debo, después de la misericordia de Dios, haber llegado a mi avanzada ancianidad”. Cierto. Murió cuando sólo le faltaban dos meses para cumplir 94 años. Ese alpujarreño llegó a ser, además de miembro de número de la Real Academia de la Historia,  el mejor  propagandista de las excelencias del jamón de Trevélez, asunto que ya comenté tiempo atrás. Pues bien, casi al principio del libro que ahora me ocupa, bajo el epígrafe “Coincidencia rara”, don Natalio trata de no volver las espaldas a lo que él entiende como “absurdos agüeros”. Y cuenta lo siguiente: “En los minuciosos estudios que desde hace tantos años vengo haciendo de todo lo sucedido en el siglo XIX, he hallado casos muy extraños que, careciendo de importancia histórica, no han dejado de solicitar mi atención”. Poco después hace referencia al regicidio frustrado del sacerdote Martín Merino  en la persona de Isabel II, ocurrido el 2 de febrero de 1852 en el Palacio Real, cuando la reina se dirigía a la capilla de Palacio para oír misa solemne en acción de gracias tras haber dado a luz a la infanta Isabel. Y don Natalio fija su atención en el número 2, del que con anterioridad ya se había percatado el médico Antonio Espina Capó, tío del escritor Antonio Espina García, en sus memorias. Por cierto, un día escribiré de Antonio Espina García, habitual de la tertulia de Pombo, y por qué fue denunciado por el hijo de Gregorio Marañón, o sea, por Gregorio Marañón Moya, y hubo de presentarse ente el Tribunal de Orden Público, el temido TOP, en mayo de 1968,  para dar explicaciones sobre sus artículos publicados contra en régimen de Franco en periódicos de Hispanoamérica. Murió en Madrid el 15 de febrero de 1972 y fue enterrado en el Cementerio Civil. Pero volvamos a las coincidencias del número 2. Señala don Natalio: “La reina era la segunda de su nombre, y el atentado se perpetró el 2 de febrero de 1852, segundo día del segundo mes del segundo año de la segunda mitad del siglo XIX, con motivo del segundo parto de S.M., a las dos de la tarde, por el cura Merino, que contaba sesenta y dos años de edad, habitante en el cuarto segundo de la casa número 2 del callejón del Infierno”.

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