Leo en la prensa que se ha hallado un tesoro de más de 100
años durante unas reformas en el Palacio
de Buckingham. Resulta que ese tesoro no es otra cosa que algunos trozos de
recortes de periódicos y algunas cajetillas vacías de cigarrillos Player's Navy Cut, como los que vendía Serafina, la cerillera del zaragozano
El Tubo, siempre sentadita ella entre el Restaurante
Colás, con langostas vivas en su escaparate y el Bar La Viña P,
especializado en bocadillos de calamares. Con el tiempo todo ha cambiado. En El Tubo
desapareció el olor a fritanga y, tras un tiempo en erial en el que El Plata se había quedado mudo, volvió
por sus fueros con unos bares donde ahora sirven unas tapas de autor y unos
vinos de marca en copas enormes. También desaparecieron los salones de
limpiabotas. Pero Serafina, como el ave
Fénix, surgió de sus propias cenizas en forma de cabezudo. Le llaman La
Cigarrera y cometieron el error de quitarle el cigarrillo
de los labios para no dar mal ejemplo en esta sociedad tan aséptica de lo que
supone el fenómeno letal del tabaquismo. Lo que ya no sé es si el cigarrillo
que Serafina siempre llevaba en la boca era de ‘Bisonte” o de "Player’s Navy
Cut", donde en la tapa de su cajetilla aparecía la figura de un marinero llegado
en un barco al anochecer, como cantaba Concha
Piquer. Aquel tabaco rubio se lo proporcionaban soldados de la Base Americana.
Pasado el tiempo me enteré de que Serafína se llamaba en realidad Herminia Martínez Linés. Le llamaban
Serafina porque su marido se llamaba Serafín.
Murió en casa de su hijo Alfredo, en
Nuez de Ebro, en febrero de 2011, después de haber pasado los tres últimos
meses enferma. La derrotó un cáncer de páncreas, que le atacó de lleno cuando
tenía más de ochenta años. Todo marchó bien para ella hasta que, en
septiembre de 2009, la Guardia Civil detuvo al marido de su
nieta en la autopista cuando regresaba de La Seo de Urgel con 252 cartones
de cigarrillos y 57 cajetillas de puritos Rossli.
Y se acabó el carbón. Aquel día, muchos clientes suyos murieron en la folla. De
Serafina sólo queda su recuerdo, ay, como en el tango: “La esquina del herrero
barro y pampa, / tu casa, tu vereda y el zanjón / y un perfume de yuyos y de
alfalfa / que me llena de nuevo el corazón”. El tesorín hallado en las reformas
del Palacio de Buckingham es, pues
eso, simple polvillo de mariposa.
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